Eduardo Mendicutti
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Obra elegida
Atleta nocturno, 1989.
Esta inexpresividad -que, en Atleta nocturno, de 1989, no puede sino traer a la memoria a Piero della Francesca o a Giorgio Morandi- se traduce, obviamente, en una composición quieta, sin estridencias, que se halla favorecida por el propio tema que se representa: un atleta en actitud sedente, reposada, bañado por la luz de la luna. Dentro de la dilatada producción de Aquerreta, son varios los ejemplos en los que las figuras, caracterizadas por su monumentalidad, inmovilidad y gravidez, se recortan, en primer plano, sobre un fondo neutro o pasivo, lo cual contribuye a la transmisión de esa sensación de intemporalidad que atraviesa su obra. A esto ayuda, igualmente, el hecho de que Aquerreta aplique a sus cuadros una suerte de filtro puntillista que parece difuminar, restar carnalidad, a las figuras que posan en los mismos.