
El deporte visto desde el arte
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Jordi Alumà
Jordi Alumà i Masvidal nació en 1924 en Barcelona. Hijo y nieto de artistas, es considerado, como el propio Ramon Balius apunta en su artículo "Jordi Alumà, una artista, para el olimpismo", "[..] el artista que mundialmente ha consagrado más producción deportiva, singularmente al olimpismo".
Alumà, autodidacta de formación, comenzó sus estudios en 1937 junto al escultor Coscolla, y pronto se inició en la pintura como aprendiz en los talleres del Comisariado de Propaganda de la Generalidad de Cataluña. Será entonces cuando descubra la obra de Antoni Clavé, artista cuya obra influiría de manera sustancial en su trayectoria. Hasta el año 2001 realizó sus pinturas sobre madera, a partir de ese momento cambiará este material por el empleo del papel japonés.
Su primera exposición se abrió al público en 1948 en la Sala Argos de la capital condal, a partir de este momento su trayectoria se consolida año tras año. En 1953 es propuesto para ser profesor de pintura y policromía de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, en 1958 expone en la Sala Parés. Esta muestra marcará un punto de inflexión en su carrera, abandonaría la temática que hasta entonces había presidido el grueso de su obra, la religiosa.
A finales de los años cincuenta, Alumà realizó un viaje a Ámsterdam. La estancia en este país hizo que el artista encontrara un nuevo rumbo artístico, el de la estructuración geométrica. A este viaje le suceden una serie de visitas a Estados Unidos, Canadá, Suiza o Francia, en ellas intentará dar a conocer su obra consiguiendo exponer en múltiples galerías como en F. A. R. Gallery de Nueva York o en el Museo Rath de Ginebra. Su presencia en la panorama internacional cada vez era mayor y su obra gozaba de gran aceptación.
Y en 1965 Alumà fue galardonado con el primer premio en la VI Bienal del Deporte en las Bellas Artes en Barcelona. Este fue su primer contacto con la temática que marcaría el resto de su trayectoria. La obra con la que obtuvo el premio fue Ciclistas. Gracias a este reconocimiento le encargaron ocho murales que decorarían la sede madrileña de la Delegación Nacional de Deportes, el título con el que bautizará esta y sucesivas series será Suite Olímpica. Los murales agrupaban a las distintas modalidades deportivas, entre las que destacó, deportes acuáticos, deportes de lucha, aquellos vinculados a la velocidad, etc.
Sus éxitos continuaron. En 1976 logró el Primer Premio de la Bienal Internacional del Arte en el Deporte con su obra Ecuestre (1977) y en 1980 el premio Internacional de Dibujo Ynglada-Guillot. Su trayectoria repleta de reconocimientos y galardones quedará estrechamente vinculada al mundo deportivo y a todos los eventos organizados en torno al mismo.
En 1984 elaboró su Segunda Suite Olímpica. Veinte obras que realizó por expreso encargo y en las que, según señala Ramon Balius en el citado artículo, “[...] evoca el vuelo de las gaviotas con la natación”; “el ensamblaje acariciador” de una máquina con el hombre en el ciclismo; “el remolino lánguido del ballet” en el baloncesto; “el peine de púas de oro” en la gimnasia femenina; “la rítmica despeinada” del atletismo; “el esplendor abierto al arabesco” del fútbol. En conclusión, pinta un deporte no agresivo, un deporte en paz, “inspirado en el movimiento estilista de algunos de los deportes olímpicos".
Tras su visita a Grecia en 1988, el artista realizó una serie titulada Nacimiento del Olimpismo. Motivos clásicos y suaves colores caracterizaron los nueve murales que componían la serie y que se colocarían en la sede del Comité Internacional Olímpico de Lausanne.
A principios de los noventa, presentó la que sería su Tercera Suite Olímpica en la Sala Parés. En las veintisiete obras que componían la serie pueden observarse motivos arquitectónicos de lugares emblemáticos de la ciudad condal que acompañan a sus figuras deportivas. Una obra destacable es la del Cristo Olímpico, dado que con ella Alumà alude a sus inicios, temática religiosa, sin dejar de lado su temática más trabajada, el mundo del deporte. En 1996 presentó su obra en Japón, se trataba de su Suite Olímpica de la nieve, debido a la cercanía de los jjuegos olímpicos de invierno de 1998. Entre sus trabajos detacar la elaboración de carteles vinculados también al mundo deportivo y el diseño de logotipos y medallas. Su amplia trayectoria profesional le ha procurado numerosos premios y el reconocimiento de la crítica, así, en enero de 2015, el pintor recibió el reconocimiento a su trabajo y valores artísticos, el Reial Cercle Artístic le entregó la Medalla de Oro a su trayectoria.