El deporte visto desde el arte
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Alpinismo
El alpinismo es uno de los deportes del siglo XIX, uno de los deportes románticos.
Según recoge Antonio Gallego Morell en su artículo “El deporte como tema literario”, el alpinismo nace como deporte en el año 181 a. C. cuando Felipe III de Macedonia escala el monte Emo de Tracia. Tenemos noticia de esto por los textos literarios de Tito Livio.
Pero será en los siglos XVIII y XIX donde nazca el alpinismo moderno.
El filósofo-geólogo Horace-Benedict de Saussure se propuso determinar la altitud del Mont Blanc y para ello en 1760 ofreció una recompensa al primero que encontrara el camino a la cima y ascendiera a ella. El 8 de agosto de 1786, Jacques Balmat y el doctor Michel Paccard llegan por fin a la cima del Mont Blanc. El 3 de agosto de 1787, el propio Saussure alcanza la cumbre y calcula la altitud sobre el nivel del mar: midió 4.775 metros en lugar de los correctos 4.807. A partir de ese momento la vida de los habitantes de la zona de Chamonix vieron transformada su vida y pasaron de ser ganaderos o agricultores a constituirse en guías de montaña de los Alpes, cuerpo que tomó consistencia a principios del siglo XIX y que continúa todavía.
El concepto del alpinismo nace con la generalización de estas actividades subiendo a las cumbres más representativas de los Alpes. Con la proliferación de estas prácticas nacen los primeros clubes de montaña; en 1857, se creó en Londres el Alpine Club, sus componentes pertenecían a la vieja aristocracia, alta burguesía y profesiones con más prestigio. El periodo comprendido entre los años 1865 y 1920 es considerado por los historiadores como los años dorados del alpinismo de vanguardia. En 1953 se consiguió el sueño de coronar el techo del mundo -el Everest-. Fueron Edmun Hillary y el serpa Tenzing Norgay.
En la actualidad, una vez conquistadas todas las cumbres del mundo, los retos del alpinismo se centran en conseguir el más difícil todavía, es decir, ascensiones más rápidas, por las rutas más difíciles, ...
Muchas veces van a ser los propios montañeros, alpinistas los que reflejen este deporte en el arte. Así tenemos a Otto Barth, Ernst Platz, Edward Whymper, Samivel o Domenicos Rudatis. (Fuente: Montaña y tradición: meditaciones de las cumbres)
El escultor argentino Juan Pablo Marturano en su proyecto Ofrenda y testimonio expresa su sentimiento, como escalador, de agradecimiento hacia la montaña por permitirle acceder a su cumbre.
La naturaleza la encontramos en Reflejos de Glaciar (2006) de Josune Amunarriz, una obra compuesta de unas estructuras pictóricas que recuerdan a los escenarios donde los alpinistas pueden simular sus ascensiones a los picos más altos de este mundo.
En El Aliento del Chomolunga (2005), Gabriel Díaz nos presenta el monte Everest en toda su inmensidad a través de un recorrido en vídeo por sus laderas y sus escarpadas caras, mostrando la grandeza de la naturaleza y prescindiendo, a propósito, de la figura humana.
La fotografía es una de las nuevas artes que descubre y explota el deporte como tema central de sus inquietudes
estéticas. El montañismo, en todas sus vertientes, y la fotografía se han fundido con enorme fuerza hasta constituir una unión sólida, el deporte es la gesta del drama humano en un conflicto incruento y la fotografía inmortaliza la proeza.