Jean-Luc Godard

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Nouvelle Vague o La “Nueva ola” Francesa

La invención del término Nouvelle Vague debe otorgarse a François Truffaut  que en el año 1954 en uno de sus artículos  estableció las bases teóricas de una de las corrientes más importantes en la historia del cine. 

A principios de la década de los cincuenta, un grupo de críticos franceses se reunió en torno a la figura de André Bazin, un afamado teórico del cine, quien junto a Jacques Doniol Valcroze fundó en 1947 Le Revue du Cinéma, años más tarde convertida en Cahiers du Cinema. Estos jóvenes críticos fueron conocidos como los cahiers, nombre que derivaba de la colaboración que prestaban a Cahiers du Cinéma. Rohmer, Godard, Truffaut, entre otros, realizaron una crítica constructiva de las tendencias cinematográficas de la época. Su necesidad por exaltar justamente la figura del autor, entendido como creador de la obra, les llevó a reivindicar la posición del cine genuino, creación del propio autor en detrimento del cine comercial que estaba, según ellos, “...minando la esencia cinematográfica...”. La temática literaria se puso muy en boga y los filmes de creación original quedaban relegados a un muy apartado segundo plano.

Estos impulsaron el surgimiento de la “nueva ola”, que aportará autenticidad y frescura a la temática y a la narrativa del lenguaje cinematográfico, aspectos que consideraban estancados. Además, aunaban a esta reivindicación la posición del autor frente a su creación. Este no solo debía limitarse a las funciones de coordinación, a funciones técnicas especificas, sino que se convertiría en pleno autor de la obra resultante. Los postulados tan teóricos en origen fueron tomando forma a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta.

Los cahiers se dispusieron a realizar sus propios filmes, películas que consideraban debían ser creación personal del director, quien debía controlar todos los detalles. En definitiva abogaban por una mayor creatividad y una libertad a la hora de plasmar su idea inicial. De esta forma sus pensamientos, ideales e incluso miedos quedan plasmados en sus películas. Para los cahiers “el director lo era todo”.

Características de esta nueva corriente son:

1.    Simplicidad técnica.
2.    Bajos presupuestos.
3.    Mayor libertad narrativa.
4.    Rodajes con mayor presencia de escenarios naturales.
5.    Los sonidos, luz y música debían emanar de la misma historia.
6.    El director lo es todo.

Se considera la película de Truffaut, Los cuatrocientos golpes, un auténtico manifiesto de la Nouvelle Vague, una representación de sus postulados en estado puro. Considerada como el primer capítulo de un ciclo de carácter semiautobiográfico, en la que se muestra la compleja personalidad de Antoine, reflejo de las obsesiones del propio director. Con ella ganó el Premio al Mejor Director en el Festival de Cannes de 1959, dedicándoselo a la memoria de su maestro y amigo André Bazin.

La historia se desarrolla en el París de los años 60. Presenta un retrato de la Francia de la época, a través de las desventuras cotidianas de un niño de doce años, Antoine Doinel, desencantado del mundo de los adultos: su padre es un fracasado; a su madre, que intentó abortar porque era un hijo no deseado, la descubre con un amante; sus profesores tampoco se ocupan de él, y los funcionarios de la justicia y psiquiatras sólo burocratizan su función. Tras hacer «novillos» en el colegio y efectuar un pequeño robo, será internado en un reformatorio, del que se escapará para ver el mar. Dos años más tarde Godard rodó Al final de la escapada, que resultó ser un una película Nouvelle Vague. Desarrolla para ello una idea de su mentor Truffaut aportando un guión propio.

 Con el tiempo, y pese a la fuerza con la que esta corriente se desarrolló, algunos de sus componentes fueron distanciándose de los postulados originales. Pero aún con el paso del tiempo y la lógica evolución de los movimientos, autores como Rohmer mantienen en pie su condición de cahiers. Realiza sus películas mostrando la misma fuerza y genuinidad de la que, en su día, fue la corriente cinematográfica que posicionó a París como la capital mundial del cine.