
A través del graffiti: de la pared a los libros
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Historia
Al principio la finalidad era aparecer en el mayor número de lugares posible, fundamentalmente paredes, vagones y estaciones de metro y tren. La letra que se utilizaba era legible y sencilla, pero poco a poco, ante la necesidad de destacar unos sobre otros, se comenzaron a crear diferentes estilos en cada barrio. De este modo, había un estilo particular en Manhattan, otro en Brooklyn y otro en el Bronx, aunque con el tiempo cada escritor optó por la creación de un estilo propio que lo identificase.
A finales de los setenta el graffiti alcanzó su punto más álgido con la incorporación de imágenes procedentes del cómic, dibujos animados y caricaturas, aumentando considerablemente el tamaño de las obras. Esto generó una gran competencia entre escritores, lo que desembocó en las llamadas guerras de estilo. Con el objetivo de hacerse fuertes y ganarse el respeto de los demás, los escritores se unían en grupos denominados crews, aumentando así el número de firmas por la ciudad.
A mediados de los ochenta surgió el Hip hop, movimiento urbano que incluye el breakdance, la música rap y el graffiti, haciéndolo resurgir en un segundo boom. En ese momento llegó a España, coincidiendo con la Movida madrileña. El personaje más representativo de aquella época fue Juan Carlos Argüello, que firmaba con el apodo de Muelle y que estampó su firma por todo Madrid desde 1984 hasta su temprana muerte a los 29 años. Muelle desarrolló un estilo muy particular que consistía en incluir flechas en la firma. Sus seguidores, que continuaron con esta tendencia, recibieron el nombre de flecheros.
Hacia los años noventa aparecieron los términos Street art y Postgraffiti para denominar el conjunto de nuevas técnicas desarrolladas a base de plantillas, carteles y pegatinas. Estas técnicas implican un proceso preparatorio en casa o en el taller que agiliza el trabajo posterior en la calle.