Metamorfosis arquitectónica: nuevos usos culturales para viejos edificios

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La Casa Encendida de Madrid

 

Uso original: Casa de Empeños Monte de Piedad y sucursal de la Caja de Ahorros de Madrid.

Fecha construcción: 1911

Arquitecto: Fernando Arbós y Tremanti

     

 

                                                                      

Uso actual: La Casa Encendida
Fecha restauración: 1989, 1999, 2002
Arquitectos: Guillermo Escribano Villanueva (primera rehabilitación),Carlos Manzano (segunda rehabilitación)
Dirección: C/ Ronda de Valencia, 2, 28012 Madrid
Tel/Fax: 91 6024641 / 91 5063876
Web: http://www.lacasaencendida.com
E-mail: casaencendida@cajamadrid.es

 

 

 

Historia del edificio:

La Casa Encendida se encuentra en un gran edificio de estilo neomudéjar, proyectado por el arquitecto Fernando Arbós y Tremantí. Se empezó a construir en 1911y se inauguró en 1913. Antiguamente fue Casa de Empeños Monte de Piedad y sucursal de la Caja de Ahorros de Madrid, hoy Caja Madrid. De valor histórico artístico, está protegido con el máximo nivel por los distintos planes de conservación y ordenación.

En el siglo XIX existe en toda Europa una corriente historicista en arquitectura, que consiste en realizar edificios inspirándose en antiguos estilos del pasado. Estamos viviendo el momento del romanticismo y de los primeros nacionalismos, y esto lleva a que los arquitectos busquen la inspiración en aquellos estilos que se consideran propios del país.

En España, una de estas fuentes de inspiración se encontrará en el neomudejarismo. Los arquitectos encontraron una fuente de recursos en el mudéjar toledano de los siglos XIV y XV, cuya presencia se mantenía viva en la ciudad de Toledo. Los diversos estudios sobre este estilo por parte de arqueólogos, eruditos y arquitectos del momento contribuyeron al desarrollo de este estilo. Otro aspecto a tener en cuenta es que a finales del siglo XIX se empiezan a emplear nuevos materiales como el hierro y se recupera el uso del ladrillo, por lo que entre los arquitectos existe un especial interés por camuflar el uso de estos materiales, que se consideraban pobres y antiestéticos. Mediante la recuperación del estilo mudéjar, los arquitectos encontraron un lenguaje racional idóneo que permitía a la vez un correcto uso del ladrillo.

Con el paso del siglo XIX al XX Madrid crece enormemente, por lo que el Consejo de Administración Del Monte de Piedad de Caja de Ahorros deciden crear nuevas sucursales para facilitar al público de las zonas más alejadas del centro su acceso a las oficinas. Esto hace que en 1909 se cree una comisión tripartita encargada de comprar los terrenos y realizar los trabajos preliminares. Finalmente se adquieren los solares en dos barrios populares: uno en Ronda de Valencia con vuelta a las calles Valencia y Amparo (de aproximadamente 21000 pies) y otro en la Calle Eloy Gonzalo. Inmediatamente Arbós se encarga del trazado de los planos, que son presentados al ministerio de gobernación en 1911. Ese mismo año, el 1 de mayo, se produce el acto de colocación de la primera piedra. A pesar de la necesidad de poner en funcionamiento las nuevas oficinas, la apertura se retrasa y no se produce hasta un año después, el 1 de mayo de 1912, debido a la inestable situación sociopolítica española, que generaba continuas huelgas. Finalmente el edificio se inaugura el 1 de mayo de 1913 y acogería la segunda sucursal de la Caja de Ahorros y el Monte de Piedad de Madrid.

A lo largo de casi un siglo y medio de vida ha albergado usos diversos, desde oficina del Monte de la Piedad y Caja de Ahorros de Madrid hasta archivos y almacén de empeños del mismo Monte de la piedad, hecho por el que durante muchos años fue conocido como Casa de Empeños.

Para la realización del edificio Arbós emplea un estilo neomudéjar, muy común en la arquitectura madrileña del momento y que ya había sido empleado por el arquitecto. Este estilo se puede observar en el característico uso del ladrillo de distinto color, en su aparejo, en el estudio de los vanos y en la concepción del edificio en sí. El edificio, resuelto con la funcionalidad que requiere un edificio de estas características, se construyó sobre un solar rectangular, por lo que tiene una planta rectangular dispuesta en torno a un gran patio central. No responde a la tipología de arquitectura bancaria del primer cuarto del siglo XX tanto en la planta como en el tratamiento exterior, por lo que es un tratamiento singular. La articulación del espacio en torno a un patio nos remite a la arquitectura palaciega.

En cuanto a la estructura interior, el edificio tenía tres plantas además de la azotea, con los dos pabellones y el sótano almacén. La planta baja estaba reservada a oficinas, mientras que el piso principal y el primero tenían algunas oficinas y viviendas individuales para jefes y empleados. Los almacenes eran amplias plantas corridas con estanterías y departamentos para que los enseres empeñados pudieran ser colocados en perfecto orden. Un aspecto importante del edificio es la novedad que suponía en estos años el uso en la arquitectura de materiales como el hierro, que se empleaba en las vigas que forman los forjados de los pisos. Todos los adelantos técnicos del momento, divulgados Los dos pabellones laterales, que sobresalen en altura comunicados por la azotea, tenían por fin ventilar las ropas que custodiaban, principalmente por las exposiciones universales, se aplicaron en el edificio. Así, se dotó de modernos servicios de higiene, calefacción por vapor y ascensores eléctricos.

En el exterior destaca el carácter horizontal de edificio, ya que es un gran bloque rectangular en el que tan sólo destacan los dos torreones laterales. En este sentido el edificio se adopta a forma tradicional de los palacios franceses del s. XVIII, en los que la fachada aparece flanqueada por dos torreones que sobresalen ligeramente en altura y que rompen con la horizontalidad. Asimismo, también es tradicional la división exterior del edificio en dos bloques horizontales mediante el uso de una cornisa. El bloque central se diferencia de los torreones laterales mediante el uso de unas pilastras laterales que se elevan sobre una especie de plintos en el primer piso. Todo el exterior se encuentra rematado por una balaustrada en ladrillo decorada con formas geométricas. También es interesante la composición simétrica de sus tres fachadas, donde utiliza una ordenación de grandes huecos rasgados verticalmente que forman una retícula. Remata las esquinas con torreones, que le dan un aspecto de muro cortina y de arquitectura industrial. La fachada se encuentra abierta por una gran cantidad de vanos, que se ocupan toda la longitud del piso inferior y se dividen en dos vanos en el piso superior. En todos los casos los huecos finalizan en un arco rebajado y se protege con una balaustrada en hierro. De una manera muy clásica Arbós destaca el eje central del edificio mediante la alineación de la puerta principal con el frontón escalonado con reloj de la parte superior. Todas las fachadas están decoradas por diferentes forma geométricas realizadas en ladrillo de diferentes colores, inspirados en la arquitectura mudéjar, pero poco habitual en el neomudéjar madrileño. Todo ello hace que la estética de sus fachadas sea muy novedosa, especialmente si lo comparamos con otros edificios bancarios que se construyen en la misma época. Al mezclar los componentes tradicionales de la arquitectura fabril, con claro predominio del ladrillo, con recursos italianizantes y neomudéjares, Arbós consiguió crear una fachada principal de bella factura, simétrica y reticulante.

La restauración del edificio de La Casa Encendida se encargó a Carlos Manzano y asociados, que realizaron el proyecto de rehabilitación en 1999 y lo finalizaron en el 2002. En esta rehabilitación se ha querido mantener intacta la esencia del edificio ya que así se respecta el valor histórico- artístico del mismo. Carlos Manzano debía reconvertir el edificio eclecticista, proyectado por el arquitecto Fernando Arbós, en un centro dedicado a diversos contenidos multidisciplinares, artísticos y ecológicos dirigidos a un público amplio. En este caso, la intervención arquitectónica es de escaso interés, y lo que destaca es el contraste entre el edificio eclecticista y la innovación de las actividades que allí se desarrollan.

La necesidad de crear un edificio versátil, capaz de albergar diferentes actividades, permitió adaptarlo a los nuevos usos y necesidades sin apenas transformarlo estructuralmente, conservando los valores arquitectónicos y espaciales que hacen de él un edificio singular en la arquitectura madrileña del siglo XX:

El proyecto de rehabilitación ha conservando los elementos fundamentales de la arquitectura original, fachada, patio, escalera y los dos torreones. Los espacios interiores han sido completamente renovados, y el nuevo diseño elimina las barreras arquitectónicas, facilitando así el acceso a las instalaciones a los distintos colectivos de la sociedad. El exterior del edificio permanece prácticamente intacto, y en la fachada tan sólo se han modificado las ventanas y la puerta de cristal de acceso. Además se han incorporado unos toldos de colores, que son una instalación de la artista donostiarra Maider López. Estos elementos cotidianos sirven para romper con la imagen institucionalizada del edificio.

En cuanto al interior, se decidió realizar una reforma muy sobria, seguramente con la intención de contrastar con el recargado exterior. El interior es tremendamente austero y un tanto frío, y parece que sigue la estética fabril o de los hospitales. La ausencia de color es total, ya que emplea el color blanco para las paredes y el gris del hormigón para el suelo y escaleras, todo ello unido al aluminio de las barandillas. En el interior no existe ningún elemento decorativo. Los muebles que hay son sencillos y funcionales de formas rectas y realizados en aluminio (como los bancos o estanterías) o bien en madera, como es el caso de las mesas y sillas de la biblioteca y hemeroteca. Las únicas notas de color que hay en el edificio las da la señalética, realizada en el verde corporativo de Caja Madrid. En la rehabilitación el arquitecto ha decidido intervenir de una manera lo más neutra posible, sin apenas dejar huella. Quizás se haya querido remarcar el carácter fabril de La Casa Encendida, entendida como un laboratorio de ideas, un centro vivo con múltiples actividades en las que los espacios deben ser polivalentes y funcionales, capaces de adaptarse a diferentes usos. Por tanto, se ha optado por un tipo de diseño muy moderno en el que se emplea el hormigón a la vista, algo propio de un centro que quiere dar un aire de vanguardia, alejado de otro tipo de centros más tradicionales.

En cuanto a la distribución interior, se sigue manteniendo el patio como eje central del edificio, como un sitio de paso obligatorio pero también como un espacio vivo en el que se realizan múltiples actividades. La Casa Encendida cuenta con una superficie útil aproximada de 6.500 metros cuadrados, distribuidos en cuatro plantas más una azotea, al igual que el edificio de Arbós.

En la planta sótano se encuentra el auditorio (con capacidad para 175 personas), sala audiovisual (para 72 personas) y dos salas de exposiciones (espacio E y D) en las que no existe ningún punto de luz. La planta sótano se comunica con la planta principal mediante unas escaleras de hormigón con una barandilla de aluminio. Aquí se encuentra la el patio (con una superficie aproximada de 300 metros cuadrados), la tienda y otras tres salas de exposiciones (espacio A, B, y C), dos de ellas comunicadas entre sí. De nuevo el problema es que no tienen puntos de luz natural a lo que hay que unir su reducido tamaño. Debemos tener en cuenta que estamos ante un centro que acoge propuestas de arte muy novedosas, y el hecho de que no sean espacios expositivos amplios puede llegar a ser un problema.

En el primer piso se encuentra una biblioteca de trabajo, que incluye una sala principal de estudio, mediática, hemeroteca, sala de lectura y un centro de trabajo con ordenadores. En esta planta también hay salas de trabajo y talleres, así como dependencias administrativas. En el segundo piso existen más salas de trabajo y talleres y el punto de información al voluntariado. La azotea se ha conservado prácticamente intacta al proyecto original. Aquí se encuentra un acceso a la parte superior de los pabellones que se aprovechan para diferentes usos. (Fuente: Intermediaireculturel).

Actividades:

La Casa Encendida es un centro social y cultural de Obra Social Caja Madrid abierto y dinámico, comprometido con actitudes solidarias y cuyo público preferente, aunque no exclusivo, son los jóvenes. Apuesta por difundir valores como empeño personal, trabajo en equipo o integración a través de sus actividades. Para llevar a cabo sus objetivos, ha definido cinco grandes áreas de actuación: cultura, solidaridad, medio ambiente, educación y ocio.

El centro se dedica a la promoción y difusión de las manifestaciones más vanguardistas del panorama cultural, ofreciendo desde ciclos de cine, teatro, música, danza y arte, hasta cursos y talleres de literatura, cooperación, idiomas e informática. Sus completas instalaciones, que cuentan con biblioteca, hemeroteca y audioteca, junto con sus actividades, hacen de La Casa Encendida un innovador punto de encuentro en Madrid.

La Casa Encendida constituye uno de los proyectos creados siguiendo la nueva política social y cultural de Obra Social Caja Madrid. Entre los objetivos del centro, sepretende fomentar el esfuerzo individual y colectivo, y apoyar el desarrollo de proyectos en el ámbito de la cultura contemporánea, así como en necesidades sociales de actualidad. Para cumplir este objetivo, defiende una serie de valores como solidar idad,trabajo en equipo, participación, integración, apoyo mutuo, etc.

 Por ello, La Casa Encendida es, ante todo, un espacio de vocación multidisciplinar que se define como: Un centro cultural que ofrece una amplia gama de actividades culturales, en campos como las artes plásticas, las artes escénicas y las artes audiovisuales, combinando la promoción de nuevos creadores con la presencia de artistas reconocidos.

Un centro social que promueve la integración y la participación de los distintos colectivos, y pone en marcha una Escuela de Solidaridad, y otra de Medio Ambiente, destinadas a formar voluntarios y gestores de asociaciones. El conocimiento mutuo, el intercambio de ideas y la puesta en marcha de iniciativas colectivas de interés social son algunas de las claves. (Fuente: Ministerio de Cultura).