
ARTIUM (2002-2012): Memoria gráfica y documental
Se encuentra usted aquí
Recuerdos compartidos
10/03/2008 > 01/02/2009 (Antesala)
Producción audiovisual: Karin Dolk, Maite Garbayo
Recuerdos compartidos forma parte del programa de exposiciones infantiles que ARTIUM viene realizando desde el 2006. Y por eso, como siempre, ocupa la antesala del museo en la que se exponen una serie de obras de la colección en torno a un tema, cuya presentación está diseñada específicamente para niños. Sin embargo, los objetivos de esta exposición, su proceso de realización, los resultados de la misma, y seguramente la respuesta del público, otorgan a este proyecto un carácter único y especial.
La exposición realizada en colaboración con la Fundación Mejora, pretende recuperar las voces de nuestros mayores. Se podría decir que es un homenaje a sus vidas y también a la tradición oral, a esas historias que se van pasando de generación en generación y que perviven en nuestra memoria. Biografías reales que rescatan del olvido la vida cotidiana de la gente en un período concreto de nuestra historia. Recuerdos del pasado que llegarán a los niños y niñas (y a sus familiares) que visiten la exposición para que entiendan y aprendan la historia de una manera más personal, directa y diferente, pero tan válida e ilustrativa como la que se enseña en los libros de texto.
A diferencia de otras exposiciones infantiles, las voces de nuestros mayores son las que protagonizan la muestra y las obras de arte se convierten en el escenario y el contexto de estos recuerdos. De manera natural, las historias que se pueden ver y escuchar a través de los monitores distribuidos por la sala dialogan con las obras de arte, elegidas a conciencia para entablar esta relación y enriquecerse mutuamente. La melancólica y desolada calle de Tomelloso pintada por Antonio López podría servir de telón de fondo de algunas de las biografías relatadas de los entrevistados. La niña retratada por Benjamín Palencia [+] en 1948 podría haber compartido con ellos vivencias similares. Seguramente las palomas atemporales que representó en 1935 Jose Caballero, formaban parte del paisaje cotidiano de algunos de nuestros protagonistas. El autorretrato en el tiempo de Esther Ferrer nos hace pensar en el transcurrir de la historia personal de cada uno de nosotros, en envejecer, en nuestro inevitable destino: morir.
Para el desarrollo del proyecto se contó con doce personas a las que se entrevistó a lo largo del verano pasado. Estas personas fueron elegidas al azar, se tuvo en cuenta sobre todo su edad – 82 años el más joven, 101 el mayor – y se consideró que fueran tanto de entornos urbanos como rurales, y de orígenes socioculturales diversos. Cada una de estas personas fue entrevistada ante una cámara, se les pidió que bucearan en su memoria infantil y juvenil y que abordaran temas tan diversos como la vida en la Guerra Civil, la comida, los juegos, el baile o la religión. Estas entrevistas han dado lugar a un intenso y emocionante documento videográfico – Jugando al truquemé- de gran interés social, histórico, y sobre todo humano. Los monitores de la sala nos traen recuerdos tan amargos como el de una superviviente del bombardeo de Guernika, el uso de las cartillas de racionamiento o la represión religiosa; el dramatismo de estos momentos se contrapone con la espontaneidad y frescura que generan las historias en torno al baile, las fiestas populares o los juegos infantiles.
Recuerdos compatidos trata como su título indica de compartir la memoria individual y también la colectiva, de hacerla convivir y enriquecerla con el arte, de aprender a ser sensibles y escuchar las vivencias humanas, - pasadas o presentes - , y sobre todo, de fomentar el respeto por nuestros mayores, destino ineludible al que algún día todos llegaremos.
Documentación asociada a la exposición