
Miquel Barceló
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Años 90

A su regreso de Mali, Barceló continúa con sus cuadros blancos, aunque en 1990 el artista vuelve al color y a la figura en su serie de plazas de toros, donde tiene mucha presencia el elemento del óvalo. Pinta esta figura elíptica mientras el centro aparece vacío. Las obras de esta serie son pinturas sugestivas, dinámicas, en las que las plazas son como cráteres observados desde el cielo.
A principios de los años 90 aborda también series como la de las piraguas, las mesas, bodegones, ciclistas, animales colgados, o los glaciares.
En este periodo, Barceló pasa de nuevo unos meses en Mali, realizando obras de gran calidad. Según comenta Enrique Juncosa[1]: “… de entre toda la producción africana, los resultados más espectaculares hasta la fecha son las obras sobre papel realizadas en diciembre de 1993 y enero de 1994. En ellas queda patente su apreciación de las tonalidades cálidas del paisaje y la riqueza de las texturas desérticas…”.

Realiza dibujos muy diversos, algunos de ellos bocetos de esculturas o pinturas. En 1993 crea varias obras donde el tema principal son los talleres, motivo que ya había aparecido con anterioridad, pero que ahora es más profuso. Y entre estos talleres, destaca L’atelier aux sculptures, cuadro de grandes dimensiones que se acerca a la escultura por su concentración matérica. Francisco Calvo Serraller[2] señala a propósito de esta obra: “esta equivocidad se reduplica en El taller de esculturas, un armatoste de tres dimensiones, en cuya fabricación material se han usado técnicas propias del trabajo escultórico, y en el que algunos cuadros esparcidos por ese inmenso taller… han cobrado el aspecto o la apariencia de esculturas. Y, sin embargo, nadie puede negar tampoco que El taller de esculturas no sea un auténtico cuadro, y todavía más, un cuadro pintado y pictórico”. Las fronteras entre diferentes disciplinas artísticas se difuminan.
De ese momento son también algunos retratos de personas cercanas al pintor, cuadros con un cierto aire escultórico, con relieves, diferentes según el punto desde el que se observen. Estos retratos no pretenden ningún realismo o fidelidad al modelo ni siquiera belleza, y Barceló los realiza a partir de las formas que le sugieren las arrugas o los bultos del papel. En ocasiones ni siquiera realiza él estas arrugas en el soporte artístico, para no ceder a la tentación de manipularlo. A partir de los relieves resultantes pinta y dibuja las formas que le sugieren esas irregularidades. Este va a ser un método de trabajo bastante habitual en el artista. En 1994 de nuevo acude a Mali, donde concibe dibujos donde emplea termitas. Lo que empieza años atrás como un accidente, cuando estos insectos se comen la ropa, los libros y los lienzos, acabará siendo un acto deliberado, aprovechando los surcos que crean las termitas para que intervengan en sus obras.
Continúa en sus obras con relieves, realizando algunas de tamaño considerable, como Ball de la carn (1994), la mayor que ha realizado el artista hasta el momento (285 x 725 cm). En 1996 realiza una nueva serie de retratos en Mali, a partir de los habitantes del país africano, y autorretratos que realiza poco después en Mallorca. También de este año datan algunas obras que dibujó a partir de un viaje a Egipto, y algunos bocetos.
En 1998, en Palermo, el artista se instala en una iglesia abandonada, Santa Eulalia dei Catalani, inundando los muros del templo con su universo pictórico. Allí establece su estudio y pinta obras sobre papeles de periódico además de pintar sobre las paredes de la iglesia, presentando el trabajo como una instalación. También durante esta estancia dibuja pulpos, motivo que retoma a principios de la presente década, algo característico en su producción.
Un año más tarde vuelve a Mali, donde el artista realiza dibujos de mercados y de los artículos y alimentos que se pueden encontrar en ellos. También pinta sobre sábanas y mantas obras de grandes dimensiones.

[1] Juncosa, Enrique. Miquel Barceló, sentimiento del tiempo. Madrid: Síntesis, 2004. P. 45.
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[2] Calvo Serraller, Francisco. El taller de esculturas de Barceló. Alcobendas: Tf, 2002. P. 45.
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