Jorge Oteiza

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Obra en Artium

 

 

 

Escultura figurativa de pequeño tamaño. Busto en piedra estucada y policromada del escultor Cristino Mallo. Oteiza da forma de cabeza al bloque de piedra y señala en ella los rasgos identificativos de la cara: cejas, ojos, nariz y boca. Destaca la pátina verde con que recubre la piedra y el color azul con que marca los ojos y escribe la dedicatoria que cubre los costados derecho e izquierdo. La obra, en cuanto a su técnica de ejecución, es un homenaje al escultor Alberto al que Oteiza consideraba su maestro y al que dedicó en 1975 un pequeño texto en el que explica su reconocimiento.

 

 

 

 

 

 

Estatua formada por unidades Malevitch. Estamos ante una desocupación espacial lenta. Las aberturas se producen por cortes angulosos, irregulares y rectos. Protagonismo de las aristas con predominio de la forma en punta de fecha. Con la serie estelas funerarias Oteiza profundiza sobre la esencialidad de lo vasco. "Por eso, puedo decir ahora, que mi escultura abstracta es arte religioso. No busco en este concepto de la Estatua lo que tenemos, sino lo que nos falta. Derivo así de lo religioso a la Estela funeraria..."

 

 

Homenaje a Velázquez, realizada en 1958, corresponde a la época conclusiva del "propósito experimental" que comenzó Oteiza varios años antes y que culminó con su muestra personal en la Bienal de Sao Paulo. Oteiza había ideado una "ley de los cambios en el arte contemporáneo" según la cual a una primera fase acumulativa, de suma de experiencias, le seguía otra sustractiva y de apagamiento de la expresión. Efectivamente, en una escultura como ésta, que por su forma y dimensiones bien puede concebirse como un modelo matemático y un referente arquitectónico, el escultor define un espacio vacío -que en este caso identifica con el espacio de Las Meninas de Velázquez y con el frontón vasco- a través de la señalización de sus límites: tres planos que definen las coordenadas elementales de la geometría euclidiana.

 

Correspondiente a la serie maclas, esta estatua recuerda las estructuras cristalinas abiertas al espacio por fisión o fusión de elementos. Formada por dos matrices Malevitch, se le ha aplicado cortes rectos irregulares dando protagonismo a las aristas. Consigue un planteamiento dialéctico entre movilidad e inmovilidad.

 

Las maclas son estatuas que recuerdan a las estructuras cristalinas del mismo nombre en las que una o varias de las porciones de su estructura cristalina es la imagen reflejada de otras partes del cristal y que se abren al espacio por fisión o por fusión de varios elementos.

Partiendo del llamado cuboide Malevitch el artista obtiene una macla ternaria, formada por tres matrices Malevich, aplicándole una serie de cortes rectos que le procuran un intenso efecto de tensión contenida y estabilidad. Los vacíos obtenidos no son ausencia de materia sólida sino manifestación de un espacio vacío.

 

 

Cubo en acero corten granallado, construido por pareja de triedros irregulares. Las planchas de acero limitan una abertura espacial, formando una caja entrecerrada y replegada en torno a su vacío interior. La caja, en su emplazamiento actual, se eleva sobre peana de hormigón que ha sido reforzada por una plancha de acero corten para su mejor sujección.

 

 

 


 

Desde la complejidad que ofrece Oteiza en sus múltiples relaciones con la poética del arte, esta Versión previa del Homenaje a Mallarmé es quizá de las más interesantes. Este poeta considerado como precursor lúcido del arte post-cezaniano, del arte moderno y que fue capaz de escribir "mal informado quien se proclamase su propio contemporáneo", subyugó a Oteiza con sus teorías sobre el vacío de la página en blanco. Jorge Oteiza desarrolla en esta pieza la capacidad de abstracción total con la construcción de un límite entre el espacio interior y el exterior. Altamente metafórica, la escultura es tratada como el transcurso de un descubrimiento poético, en el que cada paso produce en el artista una sensación de estar realizando un experimento único e iniciático. Así expresa el mismo Oteiza el proceso de creación de la obra: "[…] Pues cuando tapé el hueco con la plancha fue como si hubiera tratado de asfixiar a un organismo vivo, la escultura se agitó y se levantó, se cerró y se abrió en todo su derredor. No tuve más que fijarme en lo que había sucedido y fijarlo, y lo fijé".

Obsérvese la cercanía con la frase que resume la poética mallarmiana: "Digo: ¡una flor!, Y fuera del olvido al que mi voz relega todo contorno, en tanto que algo distinto de los consabidos cálices, se alza musicalmente, idea también y suave, la ausente de todos los ramos". Como apunta Jean-François Chevrier, la flor poética de Mallarmé no es sólo un hecho retórico, es una síntesis de la experiencia de todos los ramos. De la misma manera, esta escultura de Oteiza tampoco es una obra de arte, sino la síntesis de la experiencia de toda la escultura.