
Carlos Aires
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Primeras esculturas
Por su propio peso (1998)
Su primera relación con el barro fue durante sus estudios en la Facultad de Granada. Durante cinco años asistió a clases de modelado, aunque según el propio Carlos Aires, no era muy bueno. Posteriormente para la beca de escultura en barro Alfonso Ariza presentó el proyecto Por su propio peso. Partió de un texto extraído del libro Memorias de Adriano, de Margarita de Yorcenar. En este trabajo las letras estaban hechas con barro fresco y se colocaban en una pared, a la espera de que a secarse, cayeran al suelo. Sin embargo y como anécdota, estas letras no se cayeron por sí mismas y al final tuvo que esparcir en el suelo letras caídas.

La obra está compuesta por cinco grandes orejas colgadas de la pared. Las orejas están realizadas con pequeñas letras de pasta para sopas. El trabajo se completa con unos pequeños altavoces y walkmans colocados en su interior. El público, al acercarse a la obra, oye el “murmullo” de conversaciones del artista con familiares, amigos…

Vértigo, 1999
Durante su estancia en Holanda estuvo viviendo en una casa desde donde veía las vías del tren. Este sonido pasó a formar parte de su vida cotidiana y le sirvió de inspiración para crear Vértigo. Hizo cincuenta muñecos en cerámica blanca esmaltada y los colocó encima de dos mesas altas, dentro introdujo unos altavoces, que reproducían el sonido del tren. La vibración de los altavoces hacía que los muñecos temblaran.

En la cama con Goya, 2001
Sobre una escalera de madera, que recuerda a los asientos de los circos colocó veinte autorretratos en cerámica blanca. Las cabezas que tienen puesta una nariz de payaso roja tienen enfrente otro autorretrato del artista con aspecto de boxeador, un ojo morado y sangre en la nariz. Posteriormente, realizó otra obra similar en la que las cabezas no tenían nariz de payaso y el autorretrato del boxeador era sustituido por unos pies de payaso que colgaban del techo.