
Alfredo Álvarez Plágaro
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Obra
Licenciado por la Universidad el País Vasco en 1985, Plágaro comienza a pintar sus Cuadros iguales poco después. En un principio empleó un lenguaje expresionista para realizar sus obras. Las superficies de sus cuadros aparecían cubiertas por docenas de figurillas que se entrelazaban entre sí de forma frenética. Se trataba de formaciones, que a modo de rompecabezas, encajaba unas con otras. La visión era única aunque compuesta por múltiples elementos.

A partir de 1990, sus trabajos adoptan una expresión diferente, abandona las primeras formas de color inquietantes para abordar una fórmula más discreta de crear. Aboga por un lenguaje de marcado carácter abstracto. Sitúa sus obras, compuestas por cuadros repetidos, en un terreno diferente, en el de los cuadros-objeto. Juega constantemente con la repetición de obras que insinuándose idénticas, no lo son. Crea conjuntos seriados que entablan un diálogo entre el valor de la repetición y el de la diferencia, establece así un punto de intersección entre el lenguaje pictórico y el pensamiento estético.
Los cuadros de Plágaro conforman una serie casi infinita. Mientras que en un cuadro único la imagen representada se encuentra en primer plano, en una serie no es tan importante resaltar la imagen sino priorizar el cuadro en sí mismo, a pesar de reiterar una y otra vez los mismos motivos. Con la repetición el artista enfatiza por encima de todo el hecho de pintar, el acto en sí mismo, algo que se inicia una y otra vez.

Esta es una idea que a lo largo de su trayectoria se repite constantemente, ese juego que establece entre repetición e igualdad. Sus obras están contextualizadas en una sociedad en la que los objetos de uso cotidiano se obtienen de una forma mecánica y al por mayor, se trata de una fórmula de trabajo industrial centrada en la producción en serie, todo es igual, todo se repite. Álvarez Plágaro llega, en ocasiones, a repetir sus obras hasta diez y doce veces ironizando sobre ese aspecto artesanal de las obras pictóricas. Juega con dos ideas, la primera se identifica con el valor de lo idéntico, lo producido en serie, representado por esos objetos iguales sin diferencia alguna. La segunda está vinculada a la idea de genuinidad artesanal, es decir, el objeto u obra de arte realizada de forma manual, de manera no tan precisa, dotando a lo creado de cierta exclusividad.
Con su inseparable repetición el artista confiere a la serie su armonía, mientras que los pequeños detalles son los que ofrecen ese carácter individual a las mismas, son los que las dotan de identidad propia. Por lo tanto, aunque al hablar de sus obras debamos hacer referencia a esa calidad de lo “idéntico”, no podremos calificar a éstas como tales, ya que él no elabora cuadros clónicos sino que presenta cuadros gemelos, casi iguales pero no idénticos. Es consabido el uso de la repetición en el mundo del arte, recurso que Plágaro utiliza de forma constante, y en sus exposiciones se constituye como uno de los detalles que más sorprende al espectador. La insistencia de esta idea en sus obras representa una “gestación gemelar” y no una clonación.
Esta modalidad tiene una doble vertiente. En su forma más simple el artista evoca esa costumbre que tiene el ser humano de repetir lo que hicieron sus padres, y en una forma artística y más compleja experimenta lo que él denomina autoalimentación, es decir, “…teniendo un lienzo limpio y pudiendo crear lo que quiera crear, repito lo inmediatamente anterior”, con una iconografía muy característica, obtiene el placer de pintar libremente, sin concesiones ni amaneramientos.
En cuanto a su modus operandi, Plágaro recurre a la técnica mixta sobre loneta y madera, algo que no es muy usual. Además, crea simultáneamente, parte por parte. Sus obras descubren al espectador el proceso pictórico al que han sido sometidas. La superficie de las mismas se divide en campos de color perfectamente diferenciados entre sí; éstos no sólo se delimitan por el color sino también atendiendo a diferentes aspectos como el uso del barniz y el mate, las texturas pastosas y el uso de pinturas delicadamente finas. Conjuga diferentes estrategias para separar las zonas o partes que componen la obra, juega con el contraste y crea una multiplicidad de relaciones dentro del plano pictórico. Estrategias de trabajo que Plágaro combina de forma armoniosa, de tal forma que el espectador reconoce los elementos que la componen tanto de forma individual como en un contexto más amplio. Otra característica de este artista es la capacidad que muestra a la hora de crear, ya que consigue una cohesión de la superficie no jerárquica, es decir, no existe esa diferenciación entre centro y fondo que presentan los cuadros clásicos.

Se le reconoce la habilidad de crear pero no cuadros clásicos precisamente. Es una realidad indiscutible que trabaja el ámbito de la pintura, pero a diferencia de muchos coetáneos sus creaciones no son típicas. Ejemplo de ello es la forma en que coloca sus lienzos sobre cajas rectangulares y listones de madera en vez de usar bastidores. Sus formas largas y delgadas parecen más alargadas por el modo en que emplea el color y las formas rectangulares parecen más anchas a través de formaciones de color igualmente concentradas.
Poseen sus cuadros una disposición paralela con ciertas variaciones, que dotan a la obra de esa genuinidad que antes se mencionaba. Parece un trabajo en serie por el modo de ser elaboradas pero en realidad no lo son ya que existen diferencias físicas entre ellos. Y en ese “…se repiten diferenciándose…” concede a sus creaciones la calidad de obra de arte.
Al analizar las obras de Plágaro es necesario atender a la disposición de las mismas, ya que ésta ofrece la posibilidad de interpretarlas de muy diversas formas. Sus cuadros pueden colocarse en la pared en vertical y en horizontal y la distancia entre obra y obra responde al grosor de cada una de ellas. Así, concede la posibilidad de que cada elemento pueda reconocerse de forma individual, pero también forma conjunta. Dota a las obras y a los elementos que la conforman de cierta independencia y coherencia individual con la misma facilidad que las interrelaciona. Lo individual se explica por sí solo a la vez que el conjunto posee una coherencia y conexión absoluta.

De sus cuadros emana una lógica que permite al público observarla sin entenderla de otro modo que no sea el que están visualizando. Dota a sus obras de un carácter contundente a la vez que permite otras interpretaciones ya que sus cuadros pueden ser girados ofreciendo nuevas interpretaciones. Entendemos así que con cada giro surge una nueva interpretación, una visión distinta a la anterior e independiente de ella. Es capaz de transmitir la exclusividad en la interpretación de la obra como la ambigüedad de la misma con un simple giro en su disposición. Su forma de trabajar es reseñable, ya que observadas sus obras de forma individual parece que siguen los principios de la composición, que excluyen la posibilidad de girar el cuadro a la vez que irradian la idea de un conjunto armónico que solo parece imaginable en la forma que ha sido dada. Pero a su vez, estos cuadros pueden asumir una importante cantidad de formas gracias a las numerosas posibilidades que ofrece su disposición. Así, las obras de este artista fijadas por reglas estancas permiten una gran libertad, planteando más cuestiones que respuestas.
En la actualidad representa abstracciones reiterando la expresión de sus propios cuadros. Algo que denomina “autoplagio conceptual” y que refleja con cierta sencillez y desparpajo. En sus obras, los símbolos, signos y formas se suceden creando así una cierta monotonía, ofreciendo una repetición que provoca una leve sensación de aburrimiento. Aunque su trabajo se compone de obras creadas de manera independiente el hecho de exponerlas agrupadas dota a la exposición de una coherencia y continuidad singular. Presenta piezas originales similares con texturas que dotan a la obra de homogeneidad.
Con el paso del tiempo su carrera artística, además de poseer ciertas similitudes, presenta también una ruptura con lo anterior, como él mismo afirma: “Empecé con pintura figurativa, llena de color, y he ido reduciendo tanto en la técnica como en el color…”. Él mismo es consciente de su evolución, en una de sus últimas exposiciones sus pinturas se presentan más austeras, jugando con distintos planos de blanco-negro, aunque sin abandonar ese fuerte carácter repetitivo tan habitual en sus obras.