Exposiciones

 

 

Praxis: Asha Schechter. MockUp

21/02/2012 > 22/04/2012 (Sala Norte)

Artista: Asha Schechter

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Asha Schechter trabaja principalmente con imágenes que se han vuelto herramientas básicas para usos utilitarios; como lo son, por ejemplo, el lápiz en PhotoShop o los objetos en Google SketchUp. Para Asha Schechter, la insistencia está en la circulación, conexión y aplicación (deployment) del dato visual más que en la interpretación del mismo.

Esta exposición tiene tres elementos: esculturas de vidrio grabado y enmarcado en acero que hacen referencia al lenguaje comercial y señalético de Los Ángeles, largas impresiones fotográficas hechas de múltiples fotografías, y un periódico. En su conjunto, estos objetos se centran en las vidas efímeras, y a veces glorificadas, de las imágenes que entran en nuestro mundo.

El título de la exposición, MockUp, que se traduce literalmente al español como «maqueta», se refiere tanto al estatus cambiante de los objetos como a la versatilidad misma de las imágenes escogidas por Schechter. Después del inicial montaje de la exposición, Asha Schechter dará instrucciones de montaje al equipo de ARTIUM. De esta manera, seguirá cambiando la disposición de las obras a lo largo de la exposición, lo cual permitirá probar diferentes concatenaciones entre las obras.

Este proyecto parte de una conversación entre el artista y la oficina curatorial Rivet (Sarah Demeuse y Manuela Moscoso), que se inició después de una exposición de los periódicos de Schechter en Loisaida (Nueva York, 2011). El diálogo se centra en la ontología de la imagen contemporánea y, específicamente, sobre su estatus como herramienta. Desde noviembre de 2011, el curador y crítico Aimar Arriola (Bilbao) es parte íntegra y crucial en estas conversaciones.

Asha Schechter, radicado en Los Ángeles, obtuvo un Máster en Artes (UCLA, 2009) y tiene un Bachillerato en Artes con especialidad en fotografía (California College of Arts and Crafts, 2001). Ha expuesto su obra de forma colectiva e individual en Nueva York (Lauren Gitlen Gallery, Loisaida, Spencer Brownstone Gallery), Oakland (CCAC North Gallery), Los Ángeles (Wight Gallery, Margo Leavin Gallery), Chicago (Satin Satan Gallery) y Londres (Brown Gallery). Schechter es fundador de The Vanity, una iniciativa apartment-show en Los Ángeles.

Rivet, oficina curatorial fundada por Sarah Demeuse y Manuela Moscoso en 2010, trabaja desde Nueva York. Sus proyectos integran el comisariado de exposiciones con proyectos de investigación y publicación. En su práctica, Rivet entreteje las tres líneas de acción al centrarse en una temática específica: Desde 2010, la oficina investiga las posibles conexiones entre la filosofía del objeto (speculative realism/object-oriented ontology) y la práctica artística y curatorial contemporánea. Está trabajando con artistas como Faivovich & Goldberg, WeAreQQ y Katja Mater, y con espacios de arte o centros de investigación como ICI (Nueva York), Goethe-Institut New York, Elizabeth Foundation for the Arts (Nueva York), Vogt Gallery (Nueva York) y Tatjana Pieters Gallery (Gante, Bélgica).

 

Documentación asociada a la exposición

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Regina José Galindo. Piel de gallina

27/01/2012 > 01/05/2012 (Sala Norte)

Comisaria: Blanca de la Torre

Artista: Regina José Galindo

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Regina José Galindo (1974, Ciudad de Guatemala), comienza su desarrollo artístico como poeta, y será en 1999 cuando comience a trabajar con su cuerpo de un modo más directo, al adoptar la forma de la performance como principal medio de expresión. Su obra nos introduce en problemáticas de la sociedad actual, en una realidad descarnada, a través del discurso de su propio cuerpo, por medio de una serie de acciones igual de descarnadas, extremas y cargadas de simbolismo, que llevan a la artista a colocarse en situaciones límite y que implican puntos de reflexión intensos para los espectadores.

Sus acciones actúan como potentes agitadores del observador, y el impacto es innegable. Pero al mismo tiempo actúan como rituales personales, como una elegía, como pequeños homenajes hacia una colectividad víctima de una realidad social, de un abuso, de una injusticia. En sus propias palabras, Regina utiliza el cuerpo para ser reflejo de otros cuerpos.

La piel de gallina es una manifestación humana producida por estímulos externos como el frío o internos como la emoción, por la cual el musculus erector pili, curiosamente también llamado «músculo horripilante», se contrae y se eriza el pelo. Este título nos remite a la literalidad de la emoción suscitada por las obras de la artista, pero también a la propia piel, a lo matérico y a lo humano de su trabajo.

Piel de gallina es un viaje de la palabra a través del cuerpo, un viaje que se articula a través de cinco salas, despertando el musculus erector pili en el espectador.

El primero de los ámbitos responde a la elocución, a un concepto de discurso en el que la palabra se erige en protagonista de la obra, comenzando por Lo voy a gritar al viento, de 1999, donde la artista se colgó de un puente de la ciudad de Guatemala para gritar públicamente sus poemas.

De aquí pasaremos a un espacio dominado por la metáfora, donde se nos muestra la Regina más poética, a través de una serie de obras en las que el cuerpo de la artista se desdobla en una suerte de álter ego para ponerse en la piel del otro alterado, del sufriente, del otro sometido a la injusticia. En este apartado ya comienzan a entrar en juego conceptos clave en el ámbito de la performance como la melancolía: la asociación entre identidad, melancolía, repetición y performance.

Al pasar a la siguiente sala nos adentramos en la Regina más carnal, o más bien más descarnada. Una serie de piezas donde la fisicidad de la tortura nos acerca al trauma de la muerte de uno mismo, asociado con la muerte de los otros.

El espacio central nos habla de la superación de algunos traumas históricos a partir de una reconstrucción ficticia en torno a la Bienal de Venecia. Galindo ha sido seleccionada para mostrar su obra en esta muestra en cuatro ocasiones, y su trabajo le llevó a ganar el prestigioso León de Oro. Una reproducción de este, realizado con posterioridad, articula la sala desde su posición central, a fin de plantear toda la serie de cuestionamientos que el hecho de participar en esta Bienal en concreto conlleva, el cambio radical que la participación de un artista en este tipo de eventos representa para su trayectoria, así como la serie de contradicciones que esto implica.
Finalmente, el último ámbito se centra en el concepto de «transmisión», en depositar parte de la acción en «el otro», ese «otro» como agente activo, bien como el vehículo sobre el que recae directamente la acción, como un personaje más de la trama –entendiendo trama como acción artística–, o como agente sin el cual dicha acción permanecería totalmente desactivada.

Aquí se encuadra también la performance que la artista realiza bajo el título homónimo Piel de gallina, en el que permanecerá durante toda la inauguración en el interior de un refrigerador mortuorio, y los espectadores podrán abrir la cámara en cualquier momento y contemplar el proceso de transformación de su piel provocado por el frío. Esta acción será grabada y posteriormente mostrada como una pieza más de la exposición.

Documentación asociada a la exposición

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 INVITACIÓNPUBLICACIÓN ARTIUMWEB DEL ARTISTA

 VIDEOWEB ELABORADA POR LA BIBLIOTECA ARTIUM

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Praxis: David Maroto. Illusion - Disillusion

25/04/2012 > 01/07/2012 (Sala Norte)

Comisaria: Blanca de la Torre

Artista: David Maroto

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La práctica artística de David Maroto se despliega alrededor de dos cruces: entre literatura y artes visuales, por un lado, y el uso del juego como método artístico, por otro, al tiempo que destila componentes del ámbito del psicoanálisis como herramienta para reflexionar sobre la naturaleza de la subjetividad.

Su trabajo se ha ido estructurando en un corpus de cuatro círculos autónomos y claramente definidos de componente narrativo, con el inicio y el final muy marcados. Estos círculos, tras finalizarlos, pondrán punto final a su trabajo como artista.

En este caso concreto, el proyecto de Maroto engloba puntos de fuga de los dos primeros círculos: Illusion y Disillusion.

El primer círculo comprende narrativas visuales y sonoras relacionadas con el proyecto central que se configura como una novela titulada, a su vez, Illusion y presente en la exposición. Nos habla de esa permanente desconexión dentro del propio sujeto, y de la posibilidad de descubrir lo que permanece invisible como parte intrínseca de nosotros mismos, demasiado cercano para ser percibido.

La novela se puede encuadrar dentro de esa línea de trabajo de artistas que escriben novela como parte de su proyecto artístico, una tradición que tiempo atrás comenzó con artistas como William Morris, y en esta línea de carácter más personal lo han continuado otros como Goldin+Senneby, Alexandre Singh, Richard Prince, Lindsay Seers o el colectivo PSJM.

En este caso, a Maroto la novela le sirve para desarrollar las principales ideas que se desgranan dentro del contexto del Primer Círculo. Puede leerse de manera autónoma o por pasajes, poniéndolos en relación con las obras que forman parte de este llamado primer círculo.

Un segundo círculo despliega todo un aparato de medios —desde esculturas y vídeos a instalaciones y dibujos— cuya finalidad es explorar las particularidades que puede adoptar la noción de «juego» cuando se aplica al método creativo.

El proyecto central se desarrolla en torno a un juego de mesa ideado por el artista llamado Disillusion, en el cual el participante se convierte en un elemento más del propio jueo y este, a su vez, en elemento de placer y herramienta de conocimiento a un tiempo.

En esta ocasión, Maroto ha convertido el espacio de Praxis en una suerte de salón de juegos. En algunos de los casos se trata de proyectos artísticos que en sí mismos adoptan la forma de juegos, mientras que en otros se configuran con un carácter eminentemente participativo y multidisciplinar. El objetivo es que el espectador adquiera un rol activo en el proceso de recepción de la obra, tanto al participar activamente en ellas como al reconstruir el entramado de relaciones que las vinculan y que llevan de una a otra.

Los juegos que el artista idea son siempre o individuales o para un máximo de dos jugadores, y en ambos casos es fundamental comprender la psicología propia y la del otro, así como comprender la relación que el jugador mantiene con su oponente. Lo podemos experimentar en el caso de los dos juegos de mesa que se presentan: Disillusion y Empatía.

En el caso de Disillusion, el empeño por ganar al contrincante será inversamente proporcional a la propia derrota, y el ánimo de victoria será lo que más aproxime a uno a perder, lo cual desemboca en un perverso bucle entre jugador y oponente que muchos casos concluye o bien con el abandono por parte del jugador ante lo absurdo de la situación, o bien con el «jugar por jugar», eliminando todo rastro de competición en el asunto. En el caso de Empatía se lleva al extremo esta máxima, y el ganador será aquel que tenga mayor capacidad para ponerse en la piel del otro. Maroto nos hace tomar conciencia de las reglas del juego como metáfora de nuestras propias reglas.

El desconcierto y el azar es uno de los elementos con los que deberá lidiar el espectador, como en el particular Bingo, aparentemente normal, excepto por el detalle de que todas las bolas tendrán marcado el número 6 salvo dos: una el 12 y otra el 0. Esto nos pone en conexión con The Prisoner, la serie de Patrick McGoohan, donde el protagonista pierde su identidad para pasar a ser un número, precisamente el seis, y busca escapar de la asfixiante isla en la que ha sido encerrado, además de descubrir la identidad del misterioso número uno.

El azar es asimismo definitorio en la videoinstalación Mensaje en una botella, un bucle de 4 horas en el que el espectador podría tener la fortuna de captar la fugaz imagen —de 1/24 de segundo de duración, la mínima en un vídeo— inserta en una cinta de 240 minutos, sin especificarse en qué momento aparece. Aquí el artista juega con lo subversivo del azar, y esos espacios en blanco, a la espera de que la imagen aparezca de nuevo, nos remiten al mundo del psicoanálisis.

Maroto utiliza el juego para hablar de qué parte de nuestra realidad damos ya por sentada, del cuestionamiento de lo real en relación al psicoanálisis, un territorio que también entra en relación con los dos formatos de puzle con que nos encontramos. Por un lado un Tangram gigante, en el que el artista permite al espectador formar siluetas a partir de siete piezas, dando lugar a infinidad de configuraciones, cada una de ellas con un problema que resolver. Por otro lado, lo que parece ser un puzle occidental al uso, en el que siempre hay una —y solo una— solución posible, tiene la particularidad de que la solución se trunca y se introduce la frustración de la imposibilidad.

En cuanto a la novela, Illusion nos introduce en la literatura como narrativa expansiva dentro de las artes visuales, y funciona como el eje de una constelación de obras interrelacionadas que, en última instancia, refieren su significado a esta novela.

Llevan al espectador a un proceso de fragmentación progresiva que conduce hacia un final imprevisible, cosa que también sucede al protagonista de la novela, que solo es capaz de dar cuenta de ello en retrospectiva. En Illusion, los personajes no son conscientes de que cambian y se redefinen constantemente en relación a su entorno y a los otros. Esta naturaleza alienante llega al extremo con el protagonista, que se encuentra siempre en la necesidad de un modelo al que imitar. El problema es que, cuanto más cerca está de ese modelo, más en competición entra con él para obtener el objeto de sus deseos.

A Maroto le interesa el psicoanálisis como herramienta para hacer visible ese lugar de lo común, lo que hay entre nosotros, y en este intersticio el juego funcionaría como un proceso en el que el sujeto sufre dos transformaciones: Por un lado está el hecho de que el agente que participa en el juego se convierte en un elemento más de este e impera la necesidad de un abandono —temporal— de sus deseos personales; y, por otro, la imposición de estar sujeto a unas reglas impuestas desde un campo externo, anulando la posibilidad de una toma de decisiones de manera habitual. La identificación con el otro es la clave de la relación entre psicoanálisis y juego. Para él, el juego es como un dispositivo-artilugio, un dispositivo que crea situaciones en las que es posible el intercambio intersubjetivo. Es una manera de entender el juego como un concepto abierto en la línea de Wittgenstein. El filósofo alemán, en sus Investigaciones Filosóficas, distingue entre conceptos abiertos y cerrados en relación al criterio de identificación basado en la percepción de «aires de familia» o parecidos. Un concepto sería abierto cuando no podemos dar una definición precisa de su intención —aquí entraría el concepto de «juego»—, y cerrado en el caso contrario. La identificación de los ejemplares que caen bajo un concepto abierto se lleva a cabo a través de la percepción de «aires de familia» o parecidos entre los nuevos casos y los casos ya reconocidos.

Maroto utiliza a su vez el juego con los protagonistas de su novela y con su público participante. Mientras en sus obras narrativas somete a los personajes a una serie de vicisitudes que ponen en cuestión su existencia como sujetos autónomos y que revelan su íntima dependencia de los otros (en términos de imitación, sobre todo, y de ahí derivan el deseo, los celos, la envidia, etc.), en los juegos introduce una segunda dimensión a la página plana de papel. En el caso de los protagonistas de sus juegos, le gusta crear paradojas, giros inesperados, frustrar expectativas y llevar a callejones sin salida al agente que activa sus obras.

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Tiempo y urgencia (Guernica). José Ramón Amondarain

30/03/2012 > 02/09/2012 (Sala Sur)

 

Comisario: Daniel Castillejo

Artista: José Ramón Amondarain

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El proyecto Tiempo y Urgencia (Guernica) del artista José Ramón Amondarain es el resultado de una profunda investigación alrededor de los límites de la representación. El proyecto está compuesto por una obra-instalación, titulada Urgencia, y la reproducción en gouache a escala 1:1 de 8 fotografías.

Urgencia (anagrama de Guernica) es una enorme instalación que comprende 8 lienzos de grandes proporciones que supone un ensayo múltiple sobre el arte, sus límites y funciones, a través de la representación del emblemático cuadro realizado hoy hace 75 años, el Guernica de Pablo Picasso. A través de esta propuesta, J. R. Amondarain y ARTIUM desgranan el proceso de ejecución de la obra, analizan su valor icónico y reflexionan sobre sus proyecciones en la actualidad.

La exposición coincide con el 75 aniversario del bombardeo de Gernika y la realización de esta gran obra de Pablo Picasso a la que da el nombre de la villa debido a la indignación que el suceso produjo en el artista, al igual que en la opinión pública europea y el resto del mundo. La pintura, hoy mítica, se convierte en un ejemplo de cómo es posible la atemporalidad o, mejor dicho, la continua temporalidad dentro de o paralela al tiempo real, y encarna la atención social dirigida al arte desde múltiples perspectivas y puntos de vista –sociales, económicos, culturales, políticos, discursivos, icónicos.

El Guernica, en un proceso paralelo al seguido hoy por el autor donostiarra, fue realizada con una gran urgencia y en un tiempo muy determinado, en plena guerra civil. Su ejecución respondía a un encargo que realizara a inicios de 1937 el gobierno de la República española a Picasso, para incluirla en su pabellón de la Exposición Internacional de París. La fotógrafa Dora Maar [+info] documentó el proceso de su realización y, hoy, J. R. Amondarain ha utilizado aquellas instantáneas para realizar su obra.

La exposición

Mímesis, copia y original se convierten en conceptos clave a la hora de acercarse al discurso expositivo. El trabajo de Amondarain nos lleva al interior temporal del cuadro, para repensarlo a través de sus distintas etapas y ejecuciones. En esta obra, el artista aborda un estiramiento del tiempo, hay que recordar que en 1937 Picasso la ejecutó en alrededor de un mes, de tal manera que sus instantáneos procesos mentales son ahora tratados en una suerte de cámara lenta y analizados, digeridos y asumidos por los instantáneos procesos mentales de Amondarain, en un rizo creativo que nos hace introducirnos en una intensa secuencia atemporal.

Se realiza un juego de representaciones y reproducciones; una pintura que es fotografiada y unas fotografías que en un bucle son hoy pintadas, en dos dimensiones distintas, la del cuadro incluido en la imagen, y la de la propia imagen. A través de esta práctica de apropiacionismo, se desgrana el proceso de ejecución, se analiza el valor icónico de la obra y su discurso para constatar su actualidad permanente y resaltar las paradojas discursivas antifetichistas y auráticas que se plantean dentro del debate que el propio arte realiza sobre sí mismo y su papel en una sociedad como la actual.

La exposición está diseñada para ser mostrada cronológicamente, desde el primer abocetamiento hasta su presentación final. Estos estados se sitúan aislados unos de los otros, de tal manera que el espectador irá encontrándose consecutivamente con cada uno de los ocho lienzos, jugando con su experiencia temporal y sensorial, sintiéndose inmerso tanto intelectual como emocionalmente en el proceso de ejecución de la obra, a tamaño original. Al final del recorrido se muestra la obra terminada, tal y como la conocemos hoy, acompañada de los 8 gouaches que reproducen en otra técnica, a través de una mediación, las fotos originales de Dora Maar. La experiencia hasta llegar a ella será particular de cada uno, pero en el encuentro con el proceso, a lo largo de las sucesivas capas, el tiempo trascurrido, las preguntas y reflexiones en torno a la pintura, a su realización, habrá retirado en gran medida de la obra el velo de múltiples significantes con las que la historia la ha cubierto.

Otra de las principales conexiones entre la realización de este proyecto y el Guernica de Picasso es el peso del momento convulso en el que son realizadas, momentos decisivos de la historia, y el papel que la cultura y el arte juegan en ella. No parece que sea demasiado arriesgar si definimos la actual situación social y económica como insostenible, abocada al cambio, provocada por una crisis del sistema, no sin pasar antes por el peligro de una mayor radicalización de posicionamientos e intransigencias. Un espacio donde tendremos que aprender de nuevo a respirar.

Tiempo y Urgencia (Guernica) es un proyecto de la Colección ARTIUM.

 

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Tiempos de urgencias. Cristina Lucas, Pepo Salazar, Daniel García Andújar y Pilar Albarracín

18/05/2012 > 02/09/2012 (Sala Norte)

 

Comisario: Daniel Castillejo

Artistas: Cristina Lucas, Pepo Salazar, Daniel García Andújar, Pilar Albarracín.

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Tiempos de Urgencias pretende aportar una particular visión sobre el Guernica a partir del trabajo realizado para la ocasión de cuatro de los artistas contemporáneos españoles más de más trayectoria en este momento: Cristina Lucas, Pepo Salazar, Daniel García Andújar y Pilar Albarracín.

Los creadores se han puesto en el papel del artista malagueño y han recibido el encargo de realizar un preparatorio de un “presunto” Guernica, con la particularidad de que en esta ocasión el telón de fondo serán acontecimientos o situaciones actuales. El título, remite por un lado a lo que se considera una primera entrega del proyecto, “Urgencia”, proyecto de José Ramón Amondaráin en torno a la emblemática pintura, al tiempo que funciona como metáfora de la situación actual. Por otro lado nos acerca a otras aproximaciones en torno a la obra y al suceso al que esta remite, que cada uno de los artistas enfocará de modo particular.

Pilar Albarracín (Sevilla, 1968), se apropia de los tópicos, estereotipos y clichés de la sociedad española para desarrollar una particular iconografía que ironiza en torno a ciertos códigos aún imperantes en nuestra sociedad. En esta ocasión desarrolla una instalación compuesta por una proyección audiovisual y una taxidermia técnica –recurso utilizado en trabajos anteriores- de la cabeza de un caballo. La figura del caballo blanco está presente no solamente en el Guernica sino en muchas de las obras de Picasso, sino que también nos remite a la figura del caballo en los textos del Apocalipsis, como metáfora punzante de los tiempos que corren. Por otro lado el título nos habla de “Zaldiko”, especie de centauro –mitad hombre/mitad caballo- del imaginario mitológico vasco y motivo característico del carnaval en Navarra.

Por su parte, Daniel García-Andújar (Almoradí, 1966) es un artista, activista y teórico que reflexiona sobre el uso de la tecnología y cuestiona permanentemente la sociedad de la información. Con Operación Rügen trabaja en su línea de archivo para diseccionar el pasado histórico que dio origen al cuadro, y al bombardeo. A partir de la investigación en diferentes lugares - como el hotel en León desde el que se realiza la fatídica llamada que ordena el bombardeo- búsqueda de documentos originales y fotografías, el artista desarrolla una instalación multimedia con la que rastrea algunos de los elementos menos conocidos de una tragedia cuyas consecuencias acabarían inspirando el encargo de la República española a Picasso.

La estética aparentemente inocente de los trabajos de Cristina Lucas (Jaén, 1973) da forma crítica a trabajos en donde salen a la luz ideas como las relaciones de poder en todos los ámbitos, como en el económico, los factores que afectan en el desarrollo de un territorio geopolítico y el cuestionamiento de los diferentes sistemas políticos y sociales. La artista toma como punto de partida el bombardeo de la ciudad de Guernica, el primero acometido contra una población civil en Europa, para establecer un recorrido histórico de los sucesivos ataques similares que han ido sucediendo. A partir de una “herramienta” habitual en su modus operandi, el mapeado, Lucas plantea una cartografía a modo de vídeo de animación que establecerá un mapeado de cómo tal tragedia sentó un precedente que ha ido expandiéndose a lo largo del continente.

Pepo Salazar (Vitoria-Gasteiz, 1972) habitualmente trabaja con un amplio repertorio de códigos tomados de la música, diversas subculturas y movimientos políticos, cuya simbología reinterpreta y recontextualiza para configurar sus propias mitologías y evidenciar las estructuras de poder que laten en torno a ello.

Para su particular encargo, Salazar plantea una instalación sonora para la cual ha compuesto un réquiem, 3rd WW REQUIEM, como metáfora del advenimiento de un conflicto social, de la idea de una posible tercera guerra mundial que se avecina, o en la que tal vez ya estemos inmersos. El artista nos habla así de una batalla que también hoy día está causando víctimas mortales, sin necesidad de una clara ofensiva militar. 

 

Documentación asociada a la exposición

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Ignasi Aballí. This is not the end

04/05/2012 > 02/09/2012 (Sala Este Baja)

Comisario: François Piron

Artistas: Ignasi Aballí

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El título This Is Not The End indica, en primer lugar, el carácter transitorio de la exposición de Igasi Aballí (Barcelona, 1958) y su deseo de escapar de toda tentación de inventario retrospectivo. La exposición asocia varias obras de nueva producción del artista con una selección de obras realizadas en los últimos diez años, la mayoría de las cuales forman parte de series más extensas y que dan cuenta de los principales temas de interés del artista (el cine, la literatura, el color, etc.). Distribuidas en la sala de exposición como un conjunto de indicios dispuestos a lo largo de un itinerario laberíntico, silencioso y subterráneo, constituyen un universo cerrado y fijo, pero remiten una y otra vez a las condiciones del espacio en el que tiene lugar la exposición: a sus imperceptibles cambios de temperatura, al polvo que se posa inevitablemente y a otros incidentes cotidianos que hacen visible el paso del tiempo.

This Is Not The End propone, ante todo, una experiencia al espectador, la de mirar más allá de las apariencias, leer «entre líneas», buscar más lejos: lo que parece vacío está marcado por las huellas de una presencia, lo que parece inerte resulta estar animado, lo que parece repetido cambia constantemente. De manera que la obra de Ignasi Aballí designa a menudo lo invisible y lo que, entre las cosas, los discursos y las imágenes que constituyen nuestro entorno cotidiano, sobrepasa su uso y su función para hacerlo ver en su materialidad y, más allá, en su intangibilidad. Desde ese momento, lo que siempre había parecido transparente se enturbia y se vuelvo opaco, o refleja su propia imagen. De ahí procede el estupor que producen la mayoría de las veces las obras de Aballí: lo más cercano, lo más común, lo más «infra-ordinario» —retomando la expresión de Georges Perec—, no es, la mayoría de las veces, que aquello que no se sabe ver. Cuando Aballí fotografía el espacio entre las líneas de un texto, o un paisaje totalmente oculto por una capa de espesa niebla, engaña a nuestros sentidos. Muestra superficies vacías, aparentemente ininteligibles, proponiendo al mismo tiempo al espectador un fuera de campo, una superficie de proyección para lo imaginario, del mismo modo que John Cage veía en las pinturas monocromas blancas de Robert Rauschenberg «aeropuertos para la luz, las sombras, las partículas». El proverbio que dice que cuando el sabio señala la luna con el dedo el idiota mira al dedo, encuentra aquí su contrapunto, ya que Ignasi Aballí invita a mirar en un mismo movimiento tanto a la luna como al dedo que la señala. Así, por ejemplo, el principio de una de las películas que produce para la exposición es volver —durante la proyeccción de una película de cine— la cámara hacia el aparato de proyección en lugar de dirigirlo hacia la pantalla. La experiencia es al mismo tiempo material (la puesta en evidencia de una mecánica) y perceptiva (un deslumbramiento óptico), ninguna prevalece sobre la otra. Entre el ojo y el espíritu, la obra de Ignasi Aballí no dice cuál de los dos es el dedo, ni cuál la luna.

 

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Plágaro

18/05/2012 > 02/09/2012 (Sala Norte)

Artista: Alfredo Álvarez Plágaro

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El trabajo de Alfredo Álvarez Plágaro (Vitoria-Gasteiz, 1960) presenta la peculiaridad de usar su libertad creativa para limitar su propia libertad. A pesar de comenzar su trayectoria en una línea figurativa, el artista dará un giro a su carrera hacia la abstracción pictórica a finales de los ochenta. Este será el punto de partida de sus «cuadros iguales», una serie de pinturas idénticas que desde entonces ha ido pintando de manera análoga, tanto por el modo mecánico que emplea en su realización como por el resultado formal que presentan.

Al igual que el propio título de la exposición, Plágaro, y con el deliberado propósito de no buscar diferencia alguna, la idea es cuestionar la ortodoxia de la unicidad, la noción tradicional de pintura como objeto original y diferenciado.

En esta ocasión, Plágaro dará por primera vez una vuelta de tuerca a su obra, al llevar la misma al paroxismo de la hipérbole repetitiva. Para ello creará varias series de cuadros iguales que tendrán como característica especial el elevado número de unidades pintadas por serie.

Para ello el artista crea varios microespacios dentro de la sala, que sumergirán al espectador en un entorno caracterizado por ritmos de vacío espacial con otros de densidad pictórica repetitiva totalmente fuera de lo común. La finalidad es atrapar visualmente al espectador y, cuando menos, conducirlo al asombro por estos grupos de cuadros iguales monumentales, únicos, no únicos y, en el fondo, distintos e iguales.

Toda la exposición se basa en la repetición de módulos y en el juego con unos formatos que aprovechan la forma de la arquitectura que los contiene.

La ironía y el sentido del humor predominan en el discurso de Plágaro, en su obra plástica y su persona, donde se pueden vislumbrar fácilmente ciertos tintes dadaístas. El acto mismo de la repetición predomina sobre lo pintado en un intento de ruptura con la sacralización del objeto artístico y la tantas veces preconizada «muerte de la pintura».

La repetición como modus operandi, como Leitmotiv en bucle, rompe con el modo clásico de la creación pictórica y otorga libertad total para instalar los cuadros en cualquier posición, alejándose de la rigidez de la composición clásica. Por otro lado, la utilización de formatos inusuales pone en tela de juicio el propio concepto de cuadro, enfrentando al público a una instalación a base de cuadros que han perdido el estatus de pintura tradicional.

El artista pretende así limitar su propia libertad, cosa que, paradójicamente, le hace sentir más libre, al tiempo que insta al espectador a reflexionar sobre cuestiones como el original y la copia, o la propia idea de repetición, y qué implicaciones puede tener esta en nuestro día a día.

«Lo más importante no es lo que es, sino que lo que es lo es varias veces.»

 

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El Guernica de Picasso: historia, memoria e interpretaciones

20/04/2012 > 15/09/2012 (Sala Seminario)

Comisariado: Biblioteca

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Contextualización documental y bibliográfica de la génesis, lecturas y periplo de la obra más icónica del siglo XX.

La exposición muestra una aproximación al origen de esta obra, sus formas plásticas y el periplo al que se vio sometida desde la Exposición Universal de 1937 en París hasta su llegada a España.

Las reflexiones que se han hecho en torno a esta polisémica obra se materializan en la exposición a través de textos sobre teoría e historia del arte, publicaciones literarias, revistas especializadas y documentación histórica. Sumado a ello se proyectan una serie de filmes que se vinculan al Guernica desde diversos lenguajes.

En el sitio web de la exposición se amplia esta información con documentos históricos, bibliografía, fotografías, documentales, filmes y recursos web sobre Picasso y el Guernica, además de otros temas que orbitan entorno a ellos.

 

Documentación asociada a la exposición

 

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Grey Flag. La necesidad del arte

01/01/2012 > 31/12/2012 (Fachada de Artium)

Comisaria: Blanca de la Torre

Artistas: Kepa Garraza, Juan Pérez Agirregoikoa, Laurina Paperina, Artemio

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Grey Flag surge de la obligatoriedad de demostrar la existencia del arte como una necesidad, así como nuestro compromiso y obligación con la sociedad de ofrecerlo. Debemos entender el arte como termómetro de la civilización y la cultura y como tal el valor práctico del arte y la consideración del artista como homo politikon y como ser social que desarrolla un entorno de relaciones, productos y valores en el que se insertan los valores estéticos de la obra de arte.

Este proyecto reúne una serie de carteles-pancarta encargados a diversos artistas que hacen referencia al propio mundo del arte, sus ideas y situaciones, tratados en todos los casos con cierto sentido del humor, ironía o sarcasmo.

El título del proyecto, Grey Flag, surge a partir de una derivación de Black Flag, el periódico anarquista británico, y white flag la bandera de rendición, conjugando así una recuperación de la actitud y estética anarquista y la necesidad de ver todas las escalas de grises posibles, especialmente ante la actual crisis económica, política y moral.

Los carteles-pancarta del programa Grey Flag, de 100 metros cuadrados de superficie cada uno, se exhiben en los dos extremos de la fachada del ala Este del edificio de ARTIUM. Se muestran dos pancartas simultáneamente.

 

Kepa Garraza (Berango, 1979). Sin título 1 (La necesidad del arte)

Su obra pictórica utiliza una deliberada literalidad para plantear una reflexión acerca del mundo del arte y su papel dentro de la sociedad. Desde una sólida inmediatez, utiliza el metalenguaje para cuestionar los procesos de legitimación institucionales y hablar con ironía de sus discursos hegemónicos, y de la fragilidad estructural que refleja el estado de una sociedad en permanente crisis.

A partir de recursos como el apropiacionismo, el autorretrato y el cliché —en esta ocasión el propio artista frente a un marco vacío en lo que parece ser la sala de un museo— ironiza en torno al carácter icónico y la fetichización de la obra de arte y los mecanismos de la configuración del gusto oficial.

Diciembre 2011 a mayo 2012
 

Juan Pérez Agirregoikoa (Donostia, 1963). Re-education

Su trabajo se articula en torno a un permanente cuestionamiento de lo real y sus canales de escenificación, a través de la cultura y sus medios. Las múltiples lecturas de sus obras, en las que el texto se erige como protagonista, refuerzan la ironía de una serie de representaciones que no permiten una lectura unívoca.

En esta ocasión la escena se configura con un perro de presa, en actitud solemne, como el animal obediente y manso por excelencia, portando un collar donde puede leerse la palabra «reeducación». Como telón de fondo, unas banderitas de feria reiteran la palabra en euskera, español e inglés (berriz hezi, reeducación, reeducation). Este concepto nos remite a la Revolución Cultural que abogaba por la reeducación de toda la población china. Bajo el estandarte de la «Re-educación», Mao envió a millones de graduados a las zonas rurales, a aprender de los campesinos, que serían los nuevos encargados de enseñar al pueblo.

La estética de verbena de fondo aporta un tono lúdico a la escena, al tiempo que incide en la necesidad de despojarnos de ciertas herencias socio-culturales y mantenernos en un permanente proceso de reeducación.

Marzo a julio de 2012
 

Laurina Paperina (Rovereto, Italia, 1980). Art Is Dead

El humor corrosivo que roza lo macabro, matizado con cierto componente naif, es el rasgo predominante del trabajo de Laurina Paperina. Los protagonistas de sus obras son personajes de la cultura popular —extraídos de la televisión, el cine, la música y, especialmente, del propio mundo del arte—, que desarrollan ficciones en diversos soportes como cartón, madera, lienzo, papel… y vídeos de animación.

El mundo del arte es retratado por la artista con grandes dosis de ironía, subvirtiendo sus propios códigos y jugando con lo absurdo para desarticular los discursos de algunos de los grandes nombres de la esfera artística contemporánea.

En esta ocasión, Paperina utiliza la ya mítica frase de Arthur C. Danto «La muerte del arte» para elaborar una orla de rostros cadavéricos de artistas de renombre. La tesis de la supuesta «muerte del arte»en el mundo contemporáneo, fundamentada en la Estética de Hegel, sirve a la autora para ironizar de manera radical sobre la figura del artista y el rol del arte hoy día, especialmente en el turbulento momento en el que nos encontramos, con el fin de apelar a la conciencia del espectador y sugerir, como el propio Danto, que definitivamente ya es tiempo de cambio.

Mayo a octubre de 2012

 

Artemio (Ciudad de México, 1976). Bandera pirata

El trabajo de Artemio gira en torno al cuestionamiento del dogmatismo discursivo, en temas como la violencia, la guerra o el propio mundo del arte. El artista reflexiona con cinismo y humor caústico sobre la manipulación de los mass media, de los que se apropia en todas sus versiones (televisión, cine, publicidad…) para sacar a la luz su vacuidad y contenido eufemístico, con el fin de demostrar que tan crucial como qué decir es cómo se dice.

En esta ocasión, construye una bandera pirata a partir de la apropiación de ciertos códigos archiconocidos de diversos artistas del star system, como los ojos de Murakami, el perrito de Jeff Koons o las calaveras de Damien Hirst y Gabriel Orozco. Con ello, de nuevo, nos habla de las estructuras de poder, los medios de comunicación y la violencia, apuntando cómo el mundo del arte, desde que asimiló los mismos procesos de industrialización, tampoco se ha salvado de la estrategia del apropiacionismo.

«Nada es original. Roba de cualquier sitio que te haga resonar la inspiracion y alimente tu imaginacion.» (Jim Jarmush).

Julio a diciembre de 2012.

 

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