1952, fecha en la que realiza esta obra, es una fecha clave en la trayectoria de Aguayo, un punto de inflexión. En 1952 se disuelve el Grupo Pórtico, del que Fermín Aguayo era fundador y ferviente impulsor, y con el que habían introducido una "radical" abstracción en el panorama artístico español. Con motivo de la oposición hacia su pintura, a Aguayo le invade la sensación de desilusión y ansiedad por salir de España, se encuentra en su particular "tierra de nadie". 1952 es también el año en el que Aguayo se traslada definitivamente a París. Muchas de las obras que realiza en 1952, entre las que se encuentra Inocente, se considera que anuncian de alguna manera el giro que dará Aguayo en su "época parisina". Aún mantienen su fuerte carácter abstracto, remarcado por el grueso trazo negro que delimita las formas. Continúa utilizando colores tierras y ocres, colores baratos, que necesitaba utilizar. En su obra de 1952, y en Inocente, se percibe el estado anímico que acompaña al artista, la fuerte soledad de un Aguayo, tímido y desilusionado, a cuyos claroscuros acompaña un título en cierta medida sobrecogedor.
