“Carlos pertenece a una serie de creadores que, en mi opinión, están marcando el arte contemporáneo nacional, mientras alcanzan una interesante repercusión internacional a pesar de la falta de apoyo e infraestructuras nacionales, … Si tuviera que destacar alguno de los muchos valores de Carlos Aires sería su capacidad de trabajo, su profesionalidad, su intuición para leer la contemporaneidad y esa extraordinaria sensibilidad para expresar conceptos potentes y bien elaborados mediante formalizaciones estéticamente exquisitas.”
(Comisario: Fernando Gómez de la Cuesta)
Carlos Aires es un artista a contracorriente, en su arte todo es posible para bien de unos pocos y desajuste emocional de bastantes. Su fotografía es distinta, feliz, abierta y provocadora de muchas inquietudes. Si bien la obra de Aires habla de una realidad incómoda, éste es solo su telón de fondo. A veces la imagen disfraza su acidez mimetizándose con el colorido pop, a veces toma la forma visual de su propio contenido. El resultado es siempre una imagen bella, agradable a la vista, o al menos de una dulzura encubierta. Pero la imagen ofrece al espectador el factor sorpresa, la posibilidad de descubrir bajo su apariencia una lectura muchas veces ácida, perturbadora y políticamente incorrecta.
Opening night: la primera impresión para el visitante es de algo muy lúdico y festivo, con los farolillos, pero hay una tragedia detrás. Love: el cartel muestra a tres personas desnudas que llevan máscaras de George W. Bush, de la Reina Isabel II de Inglaterra y del presidente francés, Jacques Chirac, en pose pornográfica. La imagen formaba parte de una serie de carteles de realizados por 75 artistas europeos con motivo de la presidencia austriaca de la Unión Europea.
Sus diez años por Centroeuropa (entre finales de los años 90 y 2009), le permitió enriquecerse con innumerables referentes, que él estudiará e incorporará en su obra, siempre con la estética de la ambigüedad y con una actitud analítica frente a nuestra percepción de la realidad. Los retratos de Goya o Velázquez han sido una fuente directa para su obra, hecho que queda claramente evidenciado en el tratamiento de sus fotografías, pero siempre con una constante adaptación al contexto actual. Son ejemplo de ello sus marcos barrocos con aspecto de madera, que no son más que reproducciones en poliuretano, o sus reinterpretaciones de los altares barrocos. Sus retratos son aproximaciones psicológicas, tienen una cierta carga de ironía y un cierto halo de humanidad tierna. Muchos de los retratados son tipos raros, diferentes. Niños y hombres peludos o enanos se nos presentan tal y como son, incluso con cierto descaro. En las series Untitled (from the series Happily Ever After) (2004-2007) hay algo de esperpento pero ninguna intención de hacer de ellos objetos de feria. Están tratados con un cierto cariño como también en Voladores de México (2007) o en San Pedros (2003).
Carlos Aires juega con la cotidianidad y ciertos tópicos ibéricos con los que construye su discurso que gira en torno al momento actual. En el 2009 regresa a España, a un país que se cree que se conoce pero que ha seguido su camino y su desarrollo mientras el artista estaba fuera.
El drama y su opuesto se dan la mano en la obra de este artista. Tanto los aspectos conceptuales como los formales encajan perfectamente dando como resultado una obra realmente contundente. Donde no faltan sus temas recurrentes como la música, la muerte, el amor, la ceguera, el sexo… presentados desde la perspectiva cargada de optimismo, ironía y sentido de humor. En esta línea se inscriben obras como: Mister hyde I (2004), Love is the air u Opening Night.
Su serie Sweet Dreams (are made of this) (2015) se compone de impactantes imágenes de catástrofes, guerras, violencia e iconos del día a día atribuidos al capitalismo. Las obras realizadas con billetes cuestionan lo descabellado de que esos trozos de papel rijan el mundo. Detrás de cada una de las catástrofes ocurridas por culpa del hombre se esconden estos trozos de papel y de este sinsentido parte Carlos Aires para analizar los sueños del hombre contemporáneo.
Él se define en varias ocasiones como un artista “caótico” o incluso “bastardo”, no obstante, todos y cada uno de sus trabajos reflejan un orden, un cuidado y una presentación exquisita.
Retablo I y II
La crítica del sistema y su visión irónica de la sociedad de consumo son las dos características fundamentales de la obra de este artista malagueño. En esta ocasión, sus obras presentan un batiburrillo de imágenes revueltas, impresas en pan de oro de 24 quilates, en las que aparecen futbolistas, toreros, escarabajos y cucarachas, anónimos enmascarados, desastres de guerras, chicos y chicas desnudos, guardiaciviles y militares, sufrimiento y placer.
Según el propio autor: " Se trata de dos planchas de gran formato, bruñidas con pan de oro como los retablos barrocos o los tronos de la Semana Santa. En ellas aparecen esas imágenes que constituyen mi vocabulario artístico, desde las catástrofes de las noticias hasta los toreros o los insectos. De lejos parece un cuadro abstracto y cuando te acercas compruebas que dentro de ese ruido aparecen esas figuras con gritos, dolores, orgasmos...».
Esta instalación se compone de letras recortadas de billetes de banco originales de los 30 países más ricos del mundo. El artista plantea la cuestión de si nuestros sueños están hechos de dinero.
Originalmente, el valor de las monedas estaba ligado al material del que estaban hechas. Actualmente, sin embargo, los billetes son sólo trozos de papel que están relacionado con casi todas las catástrofes de naturaleza humana. Un billete es una especie de préstamo que hace el Banco Central de cada país, no es completamente tuyo; es por esto que es ilegal dañarlos.
Para hacer Sweet Dreams are made of this se han “transformado” aproximadamente 1.500 euros. Con las letras recortadas de los billetes se ha escrito la letra de la famosa canción de los 80 Sweet Dreams (Are Made of This) del dúo británico Eurythmics. El texto está escrito en tipografía gótica, usada habitualmente por la propaganda nazi y fascista. Todas las letras de papel están sujetas al fondo con alfileres dorados del mismo modo que se colocan los insectos en la taxidermia. La pieza también tiene moscas hechas de recortes de billetes pinchadas con los mismos alfileres que las letras como referencia a las naturalezas muertas del Barroco flamenco.
Su obra muestra las paradojas del mundo del arte y habla de la decadencia contemporánea.
Billetes originales de los 28 países más ricos del mundo del 2013 recortados, marco de madera con pan de oro, cristal museo antirreflejo, papel de pared realizado a partir de retratos extraídos de billetes de monedas.
En medio de la amalgama de caras destaca una pieza enmarcada con pan de oro, en la que puede leerse la frase: "This is not just fucking business". El camuflaje se entiende en este contexto como aquello que disimula o esconde la presencia de algo, del mismo modo que se utiliza en la estrategia bélica. Aires también cuestiona la selección de los retratados que cada país elige para ser impresos en sus billetes.
La frase “This is not just fucking business”... es una declaración de intenciones de lo que para Aires es su práctica artística, la esencia del mundo del arte, sus intrínsecas dinámicas y el capitalismo actual.
Nace de una conversación que tuvo con un comisario y un coleccionista al hablar de arte en la que tácitamente le dijeron: "Carlos, this is just fucking business". A modo de mantra el artista torna la frase original en su vertiente negativa y la repite para no olvidar ese espacio íntimo y único que solo corresponde al artista: el de la creación inmedible y exenta de parámetros mercantiles. La obra expuesta se convierte en el credo del artista que ahora convertido en niño la repite para no olvidarla nunca.
Es un compendio de anuncios que han quedado atrapados a lo largo de varios años en el limpiaparabrisas del coche del artista y que ha ido recopilando sorprendido por el contenido de los mismos. Estos residuos urbanos son anuncios disimilares: desde ofertas de prostitución a venta de pisos, compra de coches, compra de oro, mensajes religiosos para dejar la drogo-dependencia y videntes. Fotocopiados y trasformados en bloques de madera de distintos formatos, estucados y dorados con oro de 24 quilates -que posteriormente se han bruñido- funcionan como un agudo altavoz de la crisis reinante en el país. Estos mensajes son huellas de la decadencia contemporánea.
El artista combina fotografías con billetes de países que viven algún conflicto para denunciar estas situaciones de conflicto.
La serie Desastres es un conjunto de billetes de varios países del mundo en los que Aires incluye imágenes recortadas con láser y extraídas de los medios de comunicación referentes a catástrofes y guerras del país del billete en cuestión. Dicha imaginería compone nuestra iconografía contemporánea y pone en tela de juicio el valor real y simbólico del dinero. De alguna manera al intervenir en los billetes, Aires descodifica el convenio mundial que establece el valor de las monedas llevando su acción a la ilegalidad pues los destruye, desactiva su circulación y por último anula su función.
Mar Negro, obra realizada en Cádiz con restos de barcas y pateras abandonadas, formando un suelo que imita el parqué. Utilizando restos de balsas de inmigración ilegal y barcas encontradas en Cádiz, Aires dibuja un mar de madera para desvelar en cierto modo el sustrato económico de la geopolítica actual. La idea del viaje y la búsqueda de un destino utópico se entremezclan con la poética visual de la pieza en la que dos carpinteros se adentran en un cementerio de barcas para extraer sus maderas. La inmigración africana tiene su eco en el título del proyecto y en un sutil sonido de una radio marroquí que se oye al final del video. Mar Negro parte de una memoria autobiográfica de Aires, originario de Ronda ha recorrido de forma continuada las carreteras de la costa de Cádiz.
"Opening Night nace de mi imposibilidad de aprehender o asimilar una realidad que ocurre en otro sitio, a otras personas y a veces, en otro momento. Esta instalación es el resultado del conflicto personal que siempre ha supuesto ver estas fotos y videos de catástrofes y desastres en periódicos, webs o televisión en relación a mi cotidianeidad. Siempre me llamó mucho la atención el hecho de ver a mi familia comiendo mientras veíamos el telediario: esa idea de meterte el cucharón de sopa en la boca siendo espectador de todos esos horrores."
Carlos Aires
Compuesta por dos mil farolillos fabricados a partir de fotografías en blanco y negro, clasificadas como “catástrofes” en el archivo histórico de fotografía de ABC. La primera impresión para el visitante es de algo muy lúdico y festivo, con los farolillos, pero hay una tragedia detrás. Aires ha obtenido la mayoría de estas imágenes de desastres en el archivo fotográfico del diario ABC, aunque también hay otras captadas por él mismo. Entre las fotografías de tragedias ha insertado otras imágenes de hombres y mujeres teniendo un orgasmo, ya que según Aires "la expresión es muy similar a la del drama". Cada tres minutos, los farolillos se apagan durante diez segundos y dejan la sala completamente a oscuras.
Instalación de 40 plantas y 55 imágenes fotográficas.
Dos paredes de unos 5 metros de largo con 60 maceteros de cerámica con forma de tricornio dado la vuelta y 60 fotos en blanco y negro y anteriores a 1964 de personas luciendo tricornios. En los maceteros negros, Aires ha colocado 60 plantas naturales y exóticas y a cada lado una de las 60 fotos que ha recopilado en el archivo gráfico del diario ABC. La colocación de las macetas, las flores y las fotos recuerda, según Aires, a los cementerios andaluces y también esa relación entre lo católico y lo militar que se sigue produciendo a día de hoy en España.
En la instalación Let´s Get Lost, el artista se recrea en el repertorio visual de iconografía patria, religiosa, pornográfica y violenta. A modo de retablo barroco se nos presenta una composición de obras realizadas con discos de vinilos dorados dispuestos en marcos negros para resaltar la suntuosidad de las figuras recortadas, a modo de espacio mental de convivencia de imágenes muy dispares: una alegoría pertinente del continuo devenir de imágenes en los media y en ese nuevo espacio para lo posible que denominamos Internet. Pequeños altares contemporáneos donde los dioses son de carne y hueso, con historias extraídas de los noticiarios y no de las sagradas escrituras.
Let’s Get Lost es también la frase que corona un Jesús crucificado, pintado con pintura de carrocería en color negro metalizado brillante. La frase, realizada a base de bombillas, recuerda las luces feriales y en la canción de Chet Baker invita a dejarse llevar por el amor, Lets get Lost: perdámonos. Esa pérdida tiene una clara connotación amorosa en la canción original pero aislada puede significar un errar sin rumbo, un estar perdido: una invitación a decidir quién o qué esta perdido.
Es uno de los trabajos que el artista va retomando cada poco, las siluetas de fotografías de gente en situaciones de dolor, sexo o actitudes similares recortadas sobre vinilos o grabadas en cuchillos de cocina siempre van acompañadas con frases de canciones de amor, una bella contradicción.
En la serie titulada Y fueron felices, Carlos Aires enlaza, a través de ciertos elementos como son el marco y la temática, con los elementos identificadores del considerado arte clásico "...me he basado formalmente en la obra de artistas como Velázquez, Ribera, Goya, Breughel, Vermeer, Caravaggio..." comenta el artista. Lo hace para establecer un juego entre lo que es y lo que parece, ironizando sobre lo que se ha considerado como 'obra de arte' y sembrando la duda sobre lo contado, lo transmitido, sobre la Historia. Aires pretende darle otra vuelta de tuerca a los tópicos. Ofrece enanos vestidos de picadores, monjas de mirada perdida y antiguas estrellas del cabaret con el rostro ajado por los años. Y todos rompen un fondo negro profundo, como personajes salidos de abismos más cercanos de lo que creemos.
“La fotografía me parece un medio bastante interesante y un medio que se ha considerado siempre objetivo cuando, y sobre todo ahora, realmente no es objetivo. Pero es que ahora todavía es más así porque se pueden crear imágenes que no existen. Y esa línea entre lo real y lo que no es, me parece muy interesante" (Carlos Aires).
Por su propio peso (1998)
Su primera relación con el barro fue durante sus estudios en la Facultad de Granada. Durante cinco años asistió a clases de modelado, aunque según el propio Carlos Aires, no era muy bueno. Posteriormente para la beca de escultura en barro Alfonso Ariza presentó el proyecto Por su propio peso. Partió de un texto extraído del libro Memorias de Adriano, de Margarita de Yorcenar. En este trabajo las letras estaban hechas con barro fresco y se colocaban en una pared, a la espera de que a secarse, cayeran al suelo. Sin embargo y como anécdota, estas letras no se cayeron por sí mismas y al final tuvo que esparcir en el suelo letras caídas.
La obra está compuesta por cinco grandes orejas colgadas de la pared. Las orejas están realizadas con pequeñas letras de pasta para sopas. El trabajo se completa con unos pequeños altavoces y walkmans colocados en su interior. El público, al acercarse a la obra, oye el “murmullo” de conversaciones del artista con familiares, amigos…
Vértigo, 1999
Durante su estancia en Holanda estuvo viviendo en una casa desde donde veía las vías del tren. Este sonido pasó a formar parte de su vida cotidiana y le sirvió de inspiración para crear Vértigo. Hizo cincuenta muñecos en cerámica blanca esmaltada y los colocó encima de dos mesas altas, dentro introdujo unos altavoces, que reproducían el sonido del tren. La vibración de los altavoces hacía que los muñecos temblaran.
En la cama con Goya, 2001
Sobre una escalera de madera, que recuerda a los asientos de los circos colocó veinte autorretratos en cerámica blanca. Las cabezas que tienen puesta una nariz de payaso roja tienen enfrente otro autorretrato del artista con aspecto de boxeador, un ojo morado y sangre en la nariz. Posteriormente, realizó otra obra similar en la que las cabezas no tenían nariz de payaso y el autorretrato del boxeador era sustituido por unos pies de payaso que colgaban del techo.