
Eduardo Chillida
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Exposiciones en Artium
ZERU BAT, HAMAIKA BIDE. PRÁCTICAS ARTÍSTICAS EN EL PAÍS VASCO ENTRE 1977 Y 2002
Desde el 8 de febrero de 2020
EL ARTE Y EL SISTEMA (DEL ARTE). COLECCIÓN ARTIUM
Del 26 de abril de 2017 al 1 de octubre de 2017.
MENSAJES CRUZADOS. PARLAMENTAR CON LO REAL EN EL TIEMPO. LA COLECCIÓN IV
Del 10 de abril del 2005 al 12 de marzo del 2006.
La figura de una mujer está expresada en términos de intimidad doliente y agitado temblor. Ella contiene a duras penas el llanto y, para evitar su exteriorización, se abraza a sí misma y trata de contener la aflicción, de hallar consuelo palpándose a sí misma, conteniendo su pecho afligido. Agacha la cabeza y baja los ojos para no mirar la causa de su dolor, pero éste ya se encuentra dentro de ella, interiorizado. Lo que convulsiona su figura es la naturaleza íntima de ese padecimiento, que agita su alma, pero tan sólo el movimiento envolvente, circundante, de su vestido transmite al exterior el fluido de emociones que le aprisiona y atenaza.
El material desnudo, sin maquillajes, de la escultura encuentra una base firme y múltiple para su sostenimiento. Después se eleva con una rectitud y verticalidad sin fisuras, en una apretada y ordenada piña de varios elementos, hasta que, súbitamente, sin que podamos ver cómo ni por qué, cada uno toma un rumbo dispar y el conjunto, sin perder la unidad, adquiere una movilidad inesperada.
Algo recóndito ha proyectado a cada elemento en busca de su propia definición, su particular camino de perfección. Sin embargo, tras algunas convulsiones, un cierto orden vuelve a articular la escultura, haciendo que se abrace a sí misma y que este abrazo, a su vez, oculte el comienzo de la transfiguración.
El ser humano siempre se ha planteado la manera más efectiva, para sí y sus congéneres, de plasmar las perplejidades que le asaltan a lo largo de la existencia: la vida, la muerte, el dolor, la fuerza de la Naturaleza… La estela funeraria es la piedra que sella los restos de una vida individual y, como forma discal, está dotada de dos caras; en una se expresa un enigma y en la otra, su complementario. Dos abstracciones geométricas tratan de abordar lo inexplicable: la cara delantera con un énfasis en la horizontalidad insistida y alternada por suaves taqueados, como recordatorio de los distintos momentos de la vida que fue; la cara trasera, de acusada verticalidad, parece un simplificado mapa de conducta: simetría, orden, articulación, claridad…
Hundir la punta de un metal afilado en la piedra para grabar una señal es un antiguo intento por enviar mensajes a través del tiempo, y también, por tanto, una manera humana de equipararse a lo eterno por asimilar su acción punzante a la inmutable durabilidad de la piedra. Frente a la rígida geometría abstracta de ayer que labra formas contra la naturaleza del material, el hombre de hoy dibuja con temblor la escasa certeza que posee, su propia mano, apenas reconocible, tratando de adaptarse a la superficie rugosa de la piedra, sin poder evitar tener una visión parcial y fragmentaria de lo que es. Si el círculo implica totalidad y ciclo vital completo, visión global y perfecta en cierto sentido, el rectángulo evidencia su capacidad para acoger lo limitado e incompleto, incluso la mano que graba y habla sobre el misterio con líneas titubeantes.
RUMBOS, LA COLECCIÓN III
Del 18 de marzo del 2004 al 13 de febrero del 2005.
LA COLECCIÓN II. ARTE EN ESPAÑA DESDE 1960 HASTA LA ACTUALIDAD
Del 12 de noviembre del 2002 al 8 de febrero del 2004.

LA COLECCIÓN = BILDUMA
Del 26 de abril al 27 de octubre del 2002.

